¡Otoño! ¡Halloween! ¡Día de Muertos! Esta es una época que a mí me gusta mucho, especialmente por este par de festividades. Me encantan los adornos, los disfraces, las ofrendas, los colores… Me reconforta saber que todavía hay personas que recuerdan que antes de Navidad hay otras festividades.

Algo más que me encanta de todo esto son los especiales de Halloween. Este tipo de episodios / compendios / lo que sea que tratan de dar un giro terrorífico me divierten mucho. Y lo padre del asunto es que prácticamente todo el mundo le entra…

Excepto nosotros.

Es algo un poco triste, la verdad. Desde el segundo año, aquí en 3gb.com.mx siempre hemos tenido la idea de hacer un especial de Noche de Brujas con, aunque sea, una reseña de un juego de terror. Desgraciadamente, entre la avalancha de juegos nuevos que sin fallar salen en esta época y la carga de trabajo que aumenta cada año, nuestros planes quedan en el olvido y, a menos que cuenten la reseña de Resident Evil 6 como un especial, este año no es la excepción.

Pero, ¿saben qué? Me rehuso. Este año me cae de madres que les traeré el mejor especial de Noche de Brujas que puede concebirse: ¡un escrito acerca de 8 momentos terroríficos en los videojuegos!

¿Qué tal? ¿A poco no soy a toda madre?

…Gracias. Yo también los quiero.

De acuerdo, es para lo único que me quedó tiempo. Desafortunadamente así es la vida… Pero es mejor que nada.

En fin, la cosa es que, aunque a mí me gustan los juegos de terror, no he jugado muchos y me confieso demasiado pusilánime como para aguantarlos demasiado rato. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya momentos de otros títulos que no necesariamente son de terror que no me hayan sacado un susto (aunque la gran mayoría sí lo son). Ciertos instantes sí han hecho que la adrenalina corra al tope y los tengo especialmente grabados en la cabeza, y dada la ocasión, quiero compartirlos con ustedes.

Esta cuenta de momentos es algo diferente al resto, puesto que no se trata de un Top. El miedo que me hicieron pasar los títulos es único y no podría cuantificarlo en una cuenta regresiva. Simplemente me asustaron y ya. Nada más quería aclarar eso.

Así que, sin darle más vueltas al asunto, veamos 8 momentos que me han parado los pelos de punta en los videojuegos.

1. Jason (Friday the 13th – NES)

Sé que varios de ustedes han escuchado que este juego es horrible y estúpido y uno de esos cartuchos que representaba quemar tu dinero, pero, muy honestamente, a mí me gustaba. Las mecánicas eran gachas y de los personajes a elegir nada más la mitad valía la pena porque caminaban más rápido… todo eso es verdad. Sin embargo, tenía algo que a mí me gustaba mucho y me ponía muy nervioso: Jason, el famoso asesino con la máscara de Hockey.

Este es de los primeros juegos que recuerdo que implementó una mecánica tipo Némesis de Resident Evil 3, donde te podías encontrar al villano en cualquier momento y podía hacerte pasar un muy, muy mal rato. Quizá estaba escrito en el juego como un evento, pero a mí siempre me pareció que los encuentros eran al azar, y eso, justamente, era lo que los hacía tan especiales y aterradores, y no necesariamente porque Jason fuera difícil de derrotar (aunque, dicho sea de paso, siempre me mataba).

Cuando entrabas a una casa y la explorabas (con una movilidad espantosa, por cierto), siempre sentías que podías toparte con cualquier criatura infernal. Aunque no vieras la barra de vida de Jason, el cabrón podría estar cerca. ¿Dónde? Pues quién sabe dónde puñetas. A veces no veías ni su sombra… y de vez en cuando te sacabas la lotería y te tocaba que te atacara. Mientras tú te paseabas por la casa, la tensión iba creciendo y era posible que culminara en el momento en el que te encontraras con el monstruo psicótico.

Y por si fuera poco, también te podías topar con el maniaco en uno de tus paseos por los alrededores del campamento. Los zombis que andaban rondando por todo el lugar definitivamente no daban miedo. Lo que sí me espantaba era ver que dejaban de ir tras de mí y se retiraban, porque eso sólo podía significar que el pinche Jason me andaba oliendo el pedo y más me valía ponerme a las vivas para que no me hiciera carnitas.

Será un título pésimo, pero qué bien la pasé espantándome con las apariciones repentinas de esta estrella de películas de monstruos clase B.

2. La batalla contra Drácula (Super Castlevania IV – SNES)

Drácula no es precisamente la figura más aterradora en el mundo de los videojuegos, pero en el Super Castleva—

“Oye, Rafa…”

Eh… ¿Sí, qué pasa?

“¿¿POR QUÉ NO TÚ Y CASTLEVANIA IV

SE CONSIGUEN UN PUTO CUARTO??”

¡Me gusta el juego, qué quieren que haga! Estoy consciente que he demostrado mi fanboyismo por el hasta el punto en que… es razonable que se pongan así, pero es que la neta sí me encanta y, lo repito por enésima vez, mucho de esto se debe a la gran ambientación.

Ya he dicho más o menos cómo va el flujo de la pelea. Recién terminando de vencer a la Parca, se te abre el camino hacia el amo del castillo. La música se torna lúgubre y tú avanzas hasta la recámara del vampiro, donde eres recibido por truenos y relámpagos. Ultimadamente, aparece Drácula y tú y él se empiezan a dar en la torre.

 Ahora bien, cuando le bajas como tres cuartos de la vida, desaparece por un lapso de tiempo un poco más largo de lo normal. La música vuelve a apagarse y de nuevo aparece el mismo espectáculo de luces que te dio la bienvenida. La habitación adquiere un tono rojo y toda esta combinación de elementos aumenta la tensión de una atmósfera que ya era de por sí tensa, culminando en la reaparición de Drácula con un rostro esquelético. A mí de pequeño me sacó de onda y el ataque que realiza requiere de buenos reflejos con los que yo no contaba debido a los nervios. Me mató varias veces antes de que lograra dominarme y me diera cuenta de que la música que acompañaba esta parte del encuentro más bien estaba ahí para animarme a darle fin al Conde.

Y así lo hice. Pero cómo me costó y vaya que dejó secuelas en mi joven y frágil mente.

3. Ardillas Zombi (Conker’s Bad Fur Day – Nintendo 64)

A estas alturas, estoy consciente que muchos de ustedes están cuestionando mi credibilidad y asumiendo que tengo tanto valor como un avestruz, y como no voy a negar que soy un cobarde, mejor me limitaré a explicarles por qué los adorables roedores no-muertos con cola esponjada me ponen tan nervioso.

Conker’s Bad Fur Day es uno de los mejores títulos que hay para el Nintendo 64 por muchas razones. Tiene un gameplay divertido y variado, las actuaciones de voz son ridículamente graciosas, así como el tono y el humor que maneja el título y también se veía bastante bien para la época (en realidad, es un juego al que me dan muchísimas ganas hacerle reseña, y si mi cartucho no hubiera escapado a Marte – en otras palabras, quién sabe dónde carajos está –, seguramente ya lo habría rejugado).

Pero bueno, la cosa es que la aventura de esta ardilla involucra una cantidad ridícula de parodias a películas. “Drácula de Bram Stoker” no se salvó de formar parte de la colección y es pieza importante del capítulo de terror del juego.

A pesar de que hay partes deliciosamente cómicas, como el encuentro con la ardilla-vampiro con aquel peinado tan absurdo y el ataque de los aldeanos donde tú te defiendes con el poder del guano, las escenas donde eres atacado por zombis pueden llegar a tener un tono más lúgubre.

Te encuentras con estos esbirros cuando pones pie en el cementerio por primera vez. Emergen de las tumbas y avanzan lentamente hacia ti. Tienes una escopeta con balas infinitas para volarles los sesos (a propósito, esta es la única forma de eliminarlos). Todo parece muy fácil… Pero la cosa es que a estos no-muertos escurridizos les da por aparecer detrás de ti, donde no puedes verlos, y te agarran completamente desprevenido en lo que tú estás apuntando directamente a la cabecita del espanto más cercano a ti. Este factor sorpresa, combinado con la música, que adquiere un tono fuerte mientras te están masticando la cara, es lo que me saca el grito de nena.

Yo creí que la cosa no podía ser peor que un panteón, pero cual fue mi sorpresa que, después de haberme convertido en un tierno murcielaguito y cagar (literalmente) a medio mundo, me encontré dentro de un castillo bastante grande que invitaba a los zombis a esconderse detrás de cada esquina y abalanzarse sobre mí en lo que yo deambulaba por los corredores apuntando mi escopeta hacia cada recoveco, mientras yo continuaba prometiéndome a mí mismo que de veras, ahora sí, no gritaría la próxima vez que un roedor muerto-viviente me sorprendiera.

4. Crimson Heads / Súper Zombis (Resident Evil Remake – GameCube)

Este quizá sea el primer juego que legítimamente debería estar en esta lista. Dado mi historial, ya podrán imaginarse la calidad del susto que me pegó esta madre.

El remake del Resident Evil original fue mi primera experiencia de larga duración con la saga, puesto que fue el primer RE que me regalaron. Debo decir que la atmósfera que logra la mansión en esta versión está increíblemente bien hecha. La iluminación es excelente y los efectos están muy bien logrados. Realmente puedes llegar a sentir la piel de gallina nada más al estar ahí. Por supuesto, también están los zombis, que no son realmente amenazadores, pues son igual de torpes que en la versión original.

…A menos que se transformen en Crimson Heads.

Dejemos algo en claro: el título te advierte que si a un zombi no te lo tronchas como se debe – es decir, si no le haces un agujero para que ventile las ideas en la jeta o lo achicharras –, el cabrón al rato regresará como un Crimson Head – un súper zombi. Yo al principio no me tomé el aviso en serio, creyendo que un súper zombi sólo sería ligeramente más rápido y tal vez aguantaría un poco más de castigo.

Grave error.

Iba más o menos adelantado en el juego y me había tronado ya unos cuantos no-muertos. Había quemado algunos cadáveres con un poco de gasolina que encontré por ahí y me encontraba recorriendo pasillos que ya había visitado y que contenían vestigios de mis encuentros anteriores. Uno en particular adornado de varias armas contenía dos monstruos “muertos”. Entré con precaución, consciente de que había pasado algo de tiempo en otro lado de la mansión y que posiblemente el enemigo al que no le había reventado el cerebro estaría andando nuevamente. El zombi estaba justo frente a mí, tumbado bocabajo en el suelo, tal y como lo había dejado. Tranquilizado, pasé por encima de él y me dirigí a la puerta contraria.

No acabé de dar un paso más cuando el desgraciado ya estaba de pie.

Yo no me quedé a hacerle preguntas. Profiriendo un chillido ridículamente agudo, pegué carrera a la salida; pero cuál fue mi sorpresa al ver que el zombi venía corriendo detrás de mí con una velocidad digna de un atleta olímpico. No paré de correr, y luego de unos cinco dolorosos segundos, acompañados de múltiples gritos de “¡Ay, cabrón!”, alcancé el cerrojo y pasé a la siguiente habitación justo cuando el súper no-muerto se abalanzaba sobre mí.

Este engendro tal vez no me hizo daño, mas a partir de ese punto, traté de evitar a toda cosa las habitaciones por las que ya había pasado y había dejado algún zombi pendiente del exterminio completo. Si Wesker hubiera mantenido esta tendencia en lugar de recurrir a cacas gigantes y ostras, quizá sí hubiera logrado dominar al mundo.

5. La mansión (Eternal Darkness – GameCube)

A muchas personas les gusta este título. A muchas otras, no. Obviamente, yo soy del primer grupo.

Eternal Darkness me encanta por la ambientación que maneja y la historia tan Lovecraftiana que tiene (algo que justamente es lo que hace que muchas personas lo detesten). Siempre hay una sensación de un peligro cósmico primigenio, aunque no haya absolutamente nada alrededor.

Mucho de esto se debe a que el título maneja un medidor de sanidad que va disminuyendo conforme te topas con criaturas tétricas. Mientras menos cordura tengas, más cosas raras empezarás a ver. Esto puede traducirse a una simple inclinación del ángulo de la cámara hasta pendejadas que rompen la cuarta pared, algunas, más que dar miedo, son troleadas bastante creativas y divertidas. He aquí un ejemplo de un monólogo que puedes tener al jugarlo por primera vez: “¿Qué? ¿Cómo que si quiero borrar todo mi progre—? ¡NO MAMES! ¡Pinche juego, para! ¡NO QUIERO BORRAR! ¡¿QUÉ CARAJOS ESTÁS HACIENDOOO?!”.

Pero estoy divagando. Continuemos…

A lo largo de la aventura, juegas con diversos personajes de épocas pasadas. Algunos tienen capítulos que sí pueden sacarte uno que otro pedo, eso es seguro. Sin embargo, la mayor parte del suspenso se lleva a cabo, según mi opinión, en la mansión en la que comienzas.

Cuando te encuentras en otros lugares y otros tiempos, estás consciente de que hay peligro y que hay monstruos rondando por ahí. Ya estás preparado. Podrán espantarte, pero ya medio lo veías venir, por lo que el susto no es tan culero. Sin embargo, cuando juegas el juego por primera vez y estás en la casona, la cual visitarás entre capítulos, con tu medidor de cordura agotándose poco a poco, no sabes qué esperar…

Tal vez hay un enemigo por ahí. Tal vez no. Tal vez los libros de la biblioteca se están moviendo por sí solos. Quizás el teléfono acaba de sonar. Según yo, alguien está tocando la puerta principal. A lo mejor esa linda pintura de un paisaje al pie de una montaña se ha convertido en una imagen de un páramo infernal. ¿Acaso ese busto me está siguiendo con la mirada? Me pregunto qué hay en la tina del ba— OH, POR DIOS, ¡¿QUÉ DEMONIOS ES ESO?!

6. La mujer de la caja (Fatal Frame 2: Crimson Buttefly – PlayStation 2)

Empezaré por decir que me gusta mucho el diseño de las casas tradicionales japonesas, así como la arquitectura y simbolismos sintoístas, y así como me fascina este aspecto de la cultura oriental, de igual forma me llaman muchísimo la atención sus espectros, especialmente los Onryō… y cuando digo que me atraen, en parte es porque me aterran. Decir que las películas “El aro” y “Ju-on” me ponen tenso es dejarlo bien pinche suavecito.

Fatal Frame 2 es un juego que combina estos dos aspectos tan alucinantes y que, por supuesto, me dieron unas ganas de jugarlo brutales en cuanto me enteré de su existencia. Las formas, los ambientes y el hecho de que andas bien desprotegido, puesto que sólo puedes defenderte de los fantasmas tomándoles fotos con una cámara, me convenció completamente. Desgraciadamente, lo jugué por poco tiempo, pues lo tuve como resultado de un intercambio temporal y ya no he tenido la fortuna de volverlo a encontrar. Me encantaría re jugarlo para ver qué tanto control de mi vejiga tengo en verdad…

Ajem, divago nuevamente. Les decía…

La primera vez que le entré al Fatal Frame 2, lo hice en compañía de mi hermano, porque a ambos nos gusta espantarnos de vez en cuando y él también tenía mucha curiosidad de ver qué onda con el título. Los primeros diez minutos nos sacaron una muy respetable cantidad de sustos y nos mantuvieron en un estado de tensión en todo momento. Luego de mi primer enfrentamiento en serio con un fantasma, decidimos que lo mejor sería salvar la partida y continuar luego. Entré al cuarto donde se encontraba la lámpara con la cual puedes guardar tu juego. Por lo general, estas habitaciones de salvamento suelen ser un santuario donde puedes tomarte un respiro y organizarte antes de volver a salir a enfrentar a los monstruos.

Pues el juego nos tenía una sorpresota.

La lámpara se apagó y el foquito que indica que hay espectros en los alrededores se prendió de un color rojo, es decir, había un fantasma peligroso cerca. Nos pusimos en guardia… pero nada nos preparó para ver que de pronto una aparición casi idéntica a la niña de “El aro” se arrastró fuera de una caja que se encontraba en el suelo.

 “¿Qué onda, bro? Por ahí me dijeron que eras fan.

¿Quieres un autógrafo?”

Haciendo lo posible porque el control no se me resbalara de mis manos temblorosas (literalmente), empecé a tomarle fotos al espectro para exorcizarlo y deshacerme de él, pero en cuanto se puso agresivo y se abalanzó contra mí, no me aguanté: grité como morsa. No como niña (ése fue mi hermano); como morsa. Una morsa a la que acaba de aparecérsele un pinche fantasma asesino.

7.  Conjunto de departamentos y hospital (Silent Hill 2 – PlayStation 2)

Silent Hill 2 es uno de los mejores títulos que he jugado, tanto por su historia, la cual es narrada impecablemente, como por sus implicaciones psicológicas. Cada lugar y cada monstruo tienen su significado. Lo he dicho varias veces, pero no puedo dejar de recomendar a cualquiera que haya probado esta maravilla que lea una de las cuantas disertaciones que existen. Están increíblemente interesantes.

Eso es también parte de lo que hace a este juego tan aterrador, además del constante sentimiento de claustrofobia que te inyecta, dado que te encuentras en un pueblo fantasma donde no puedes ver más allá de cinco metros.

Otro aspecto impresionante de Silent Hill 2 es que casi no depende del elemento sorpresa, porque tu radio es un indicador constante de que hay algo cerca. Si lo oyes sonar, ya sabes que hay un monstruo por ahí. El mero hecho de andarlo buscando entre las sombras y la niebla y enfrentarte a él añade el terror suficiente como para estar tentado a apagar el PlayStation 2 e irte a esconder debajo de tu cama hasta que se vayan los malos.

Y para acabarla de joder, el sentimiento de encontrarte vulnerable y acorralado en un lugar tan encerrado aumenta cuando entras a un edificio.

Tu primer destino en el pueblo de Silent Hill es el conjunto de departamentos, donde te la pasas explorando pasillos y habitaciones inquietantemente oscuras e infestadas de monstruos horribles. Seres deformes que escupen ácido, piernas de maniquí que cobran vida cuando les echas luz y, por supuesto, el infame y aterrador Pyramid Head que a partir de este juego se convirtió en un ícono de la franquicia. La escena donde te topas por primera vez con esta abominación es tenebrosa y perturbadora. Oculto en el armario, lo único que yo podía pensar era: “Que no me vea, que no me vea, que no me vea, ¡QUE NO ME VEA!”

Una vez que salí de los apartamentos y respiré el aire fresco (bueno, tan fresco como pueda ser el aire de Silent Hill), pensé que lo peor había pasado. Los demás lugares quizá serían terroríficos, mas ya había salido avante de mi novatada. ¿Qué podía ser peor?

…¿Pues qué tal un pinche hospital oscuro repleto de enfermeras monstruos?

Así es: ya estaba yo envalentonándome cuando de pronto el juego me pintó huevos y me puso en un sitio espantoso para mantenerme humilde. Un hospital, para empezar, no es precisamente el lugar más jovial del planeta. Pero en el momento en que lo ponen tan oscuro que no puedes ver siquiera que hay en la esquina, lo retacan de monstruos y más adelante, para acabarla de chingar, lo bañan con pintura de pesadilla, retorciéndolo todavía más, se vuelve un completo infierno.

Cuando finalmente me pude escapar, sentí un alivio tan grande que no me importó tanto que mi siguiente parada fuera una prisión abandonada.

8. El agua (Amnesia: The Dark Descent – PC)

No he avanzado mucho en este juego. Mis sesiones no duran más de veinte minutos. Los otros siete títulos de los cuales he hablado tienen momentos en los cuales sabes que estás a salvo (aunque no siempre sea el caso… Maldita chica del aro). En Amnesia, no hay nunca un momento en el cual te sientas seguro. Estás consciente de que hay un mal letal en la mansión en la que te encuentras y que te está persiguiendo. Tal vez no te topes con monstruos tan a menudo, pero te la pasas escuchando gruñidos, la casona tiembla a cada rato y hay derrumbes, y también se te puede botar la canica, porque el protagonista, siendo un humano completamente corriente, está bien pinche muerto de miedo, con toda razón.

Súmenle a todo esto que el cabrón llegó tarde a la repartición de armas. A las gemelas de Fatal Frame 2 les fue mal con una cámara piterona, pero es algo. A este desgraciado no le dieron ni un llavero. En otras palabras, estás completamente indefenso. Si te aparece un monstruo, lo más que puedes hacer es pelar carrera y/o esconderte. Y esta sensación de vulnerabilidad absoluta sólo aumenta la tensión y el temor que sientes en cuanto ves una sombra con el rabillo de tu ojo.

Ahora bien, con la mayoría de los monstruos cuando menos tienes la oportunidad de ocultarte. Pero nada más espera a entrar un cuarto que de pronto esté inundado…

Entré a un corredor perfectamente seco, y un par de segundos después, haya sido por alucinación o por obra del diablo, la estancia se llenó de agua. De entrada me pareció bastante extraño y extraño en Amnesia generalmente no es bueno. Empecé a ponerme nervioso conforme fui avanzando.

De pronto, escuché un chapoteo. Eran pasos.

Rápidamente me metí a una recámara cercana. El único armario que había tenía ambas puertas rotas, así que meterme y esconderme no era una posibilidad. No existía un recoveco donde pudiera ocultarme ni muebles que me dieran refugio. No me quedó mas que subirme a una caja de madera, ponerme en posición fetal y rezar para que lo que fuera que estuviera acechándome de milagro no me viera.

Las pisadas se acercaban y yo me ponía cada vez más y más tenso. Traté de tranquilizarme.

“L-los pollitos d-dicen… pío, pío, pío…”

El monstruo que me seguía se encontraba justo afuera del cuarto.

“C-cuando t-tienen hambre y… y…”

De repente, la criatura, cuyo único rastro eran las salpicaduras que dejaba en el agua, ¡empezó a correr a toda velocidad y se abalanzó contra mí!

“¡Cuando tienen frío! ¡¡AAAAHHHHH!!”

Por fortuna el instinto de mantenerme fuera del agua fue lo que me salvó, pero el desgraciado se quedó ante mí, esperando a ver en qué momento se me ocurría meter el dedito del pie para calarle la temperatura, algo que eventualmente tuve que hacer para progresar, y cuando así fue, la criatura comenzó a perseguirme con sed de sangre. No podía voltear: sólo sabía que me iba pisando los talones y que el más mínimo tropiezo resultaría en una grotesca muerte. No fue cuestión de suspenso, sino de saber que la Parca iba pellizcándome las nalgas y que yo sólo podía limitarme a retrasarla dejando obstáculos a su paso. La única escapatoria era escapar de esa estancia inundada. La secuencia duró si acaso cinco minutos, pero a mí me pareció una eternidad.

Aun así, tan pronto recupere la compostura (y, claro, el tiempo me lo permita), regresaré a este título y a cualquier otro que sepa me va a meter un buen susto, porque me resulta muy divertido.

El terror cobra más fuerza cuando juegas solo, eso es definitivo. Sin embargo, me resulta más entretenido jugar estas cosas al lado de algún otro cobarde, porque siempre hay un ataque de risa que sigue al pávido alarido.

Y así como me gusta contar qué fue lo que me espantó en los videojuegos, también me gusta leerlas, así que, ¿a ustedes cuáles momentos dentro de los juegos los han hecho cagar ladrillos? ¡No olviden dejar sus comentarios!

¡Feliz Noche de Brujas y Día de Muertos!