El exceso de trabajo ha hecho que mis revisiones cinematográficas sean particularmente caóticas, sobre todo porque se supone que me estoy preparando para la entrega de los Óscares como cada año (que si no la hubieran movido para marzo, seguro que no me habría enterado de la mitad). Así que, sin orden ni concierto (mentira, están ordenadas de más a menos nominaciones), aprovecho para comentar un poco sobre las películas que se han colado este año y que apenas pude ver o que vi en su momento y no tuve tiempo de reseñar. La historia de mi vida.

«Dunkerque», Christopher Nolan

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Cada vez me atraen menos los proyectos de Nolan, y aunque supuse que eventualmente tendría que ver «Dunkirk» porque estaba más que pintada para los Óscares, tampoco es que le tuviera muchas ganas. Y aunque después de verla me sigue pareciendo que no soy compatible con películas que busquen ensalzar la guerra en su revisión histórica, creo que por mis prejuicios me habría perdido una maravilla visual. Y a Kenneth Branagh.

Aunque está nominada para todo (menos para actuaciones, por algo será), me parece que es el tipo de películas destinadas a llevarse más premios técnicos, y de hecho hasta el momento me parece que el que más se merece es el de Mejor Fotografía Hoyte Van Hoytema (aunque me falta por ver «Mudbound»). Es cierto que yo creo que cierta grandeza clásica del cine bélico ya es más bien anacrónica, y por ese lado creo que «Dunkirk» se salva porque se centra mucho en cuestiones humanas más que en las concretamente bélicas; sin embargo, en lo personal me parece que le faltó algo más, un golpe más contundente, para llevarla verdaderamente a un clímax que la hiciera más memorable.

«Tres anuncios por un crimen», Martin McDonagh

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Mi favorita indiscutible hasta el momento. Pedazo de película por donde se vea. Con una pinta a los Coen desde la premisa (a lo cual contribuye sin duda la presencia capital de Frances McDormand), parece difícil asociarla con el director de «Siete psicópatas y un perro». Eso hasta que nos adentramos en una historia que pese a sus implicaciones oscuras no pierde un toque de humor y sensibilidad que nos demuestra que la humanidad es mucho más compleja que las usuales tramas criminales.

A diferencia de la trama usual de películas sobre crímenes que no han recibido suficiente atención por parte de la policía (y cuántas de ellas implican el tomar la justicia por la propia mano), los mencionados tres anuncios dan pie a una confrontación mediática que se transforma en social y que sirve para diseccionar las relaciones dentro de un pequeño pueblo estadounidense. Entre la madre que parece continuar sólo en espera que alguien pague, el policía responsable que no es completamente responsable de lo que sucede y la representación clara de lo peor de la sociedad estadounidense (increíblemente encarnada por Sam Rockwell), hay un universo de situaciones y posiciones que hacen crecer la trama más allá del crimen que le da origen.

Es una película dura, abrumadora, pero también divertida y con un gran abanico de personajes entrañables. Además de la increíble fuerza de su protagonista, destaco la construcción del personaje de Rockwell que muestra el concepto de white trash más allá de individuo que es malo por naturaleza o por elección, demostrando cuánto influye el pobre nivel cultural e intelectual de gran parte de la población. Tiene nominaciones importantes y lo más probable es que su fuerza sean las actuaciones, pero a mí me haría muy feliz que se llevara Mejor Película.

«Blade Runner 2049», Denis Villeneuve

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Entre la parte del público a la que le gustó mucho la propuesta de Villeneuve y la que odió que tocaran a «Blade Runner», yo me quedé en medio. Me gusta mucho el director (me gusta Ryan Gosling), me parece que la cinta tiene propuestas interesantes y un aspecto visual que ya por sí mismo vale la pena, pero en el recuento final me parece que lleva las de perder porque difícilmente algo estará a la altura de la original. Y no sólo por su categoría de clásico, sino porque su propuesta sobre la inteligencia artificial era realmente reveladora en su momento, y aunque en este caso hay algunas ideas que sugieren aspectos interesantes del mundo, no terminan de apostar por una reflexión lo suficientemente interesante como para que el conjunto se acerque remotamente a lo que seguro «Blade Runner» hizo sentir a más de uno cuando la vio por primera vez.

Ahorita que estaba ordenando las películas por número de nominaciones me sorprendió que «2049» tuviera tantas, aunque es comprensible porque prácticamente todos son premios técnicos y sin duda es el aspecto en el que más se luce la película inequívocamente. Aunque con tanta película apostando por el espectáculo visual en esta entrega, no sé qué tantas oportunidades tenga realmente.

«Llámame por tu nombre», Luca Guadagnino

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Otra de las favoritas y con justísima razón. Cuando todo mundo empezaba a hablar de «Call me by your name», y sobre todo tratándose de una película romántica, dudé. Pero toma poco tiempo en el metraje para empezar a apreciar todos los elementos que se conjugan maravillosamente (y europeamente) en la cinta. Oliver es un estudiante estadounidense que llega a pasar un verano en casa de la familia Perlman, en Italia, como asistente de investigación del profesor y padre de familia. Son los años 80. Ahí conoce a Elio, hijo del profesor, quien le dejó su habitación y quien se encuentra en una etapa de descubrimiento vital y personal. Entre la trama de coming-of-age y primer amor, la historia se desenvuelve con una pasión y un sentimiento que se refleja en todos los personajes involucrados, con una naturalidad conmovedora y bella. Todo lo cual se sostiene en gran medida por su poderoso elenco y su melódico ritmo, que se refleja en sus nominaciones a Mejor Actor Protagonista y Mejor Canción (increíble participación de Sufjan Stevens).

Me parece una película que puede pecar de resumirse en muy pocas palabras o caer en la necesidad de hacer elaboradas reflexiones (especialmente por la cuestión de la homosexualidad y por un par de escenas muy comentadas), y es que en sí misma conlleva la simplicidad y la grandilocuencia de las emociones humanas. Más allá de dar innecesarias vueltas filosóficas, es difícil poner en palabras los sentimientos que se pueden transmitir con miradas y gestos. Sin duda una gran recomendación (enfocada en quienes disfruten del género romántico, sobre todo) y un gusto encontrarla reconocida en varias categorías.

«Star Wars: Los últimos jedi», Rian Johnson

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Las películas del espacio exterior no pueden faltar en las nominaciones porque hay demasiadas categorías de sonido (y porque nunca está de más nominar de nuevo a John Williams). Tras todo el visceral debate que sucedió al estreno de «Los últimos jedi», al parecer el único consuelo que les queda son categorías técnicas. Y tampoco es que la película en sí dé para mucho más, pero no creo que las ambiciones de la saga de «Star Wars» hayan sido ganar premios tanto como expandir su universo hasta el infinito (y algunos cuantos bolsillos).

Por si faltaba declararme de algún modo: yo disfruté mucho la cinta, tanto como he disfrutado las anteriores producciones de esta nueva etapa. Las críticas me parecieron desproporcionadas y creo que perdieron de vista lo que se propone la cinta (y la saga) en pos de expectativas irreales. Es cierto que tiene cosas mejorables, tanto porque bien podrían quitarlas (como unos cuantos/varios minutos del metraje) o porque están desaprovechadas (Kylo Ren me sigue pareciendo un villano increíble al que no le dan su dimensión justa), pero en general consigue nivelar bien la acción, personajes memorables, la recreación de un universo con múltiples rincones y atractivos, y reunir en pantalla amorosamente a dos personajes tan ricos como Luke y Leia.

Igual no la veo especialmente llevándose alguna de sus cuatro nominaciones, pero eso es punto y aparte.

«Loveless», Andrey Zvyagintsev

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Llegamos ya a las películas que tienen una sola nominación, ya sea porque ésta es muy específica o porque La Academia no les consideró dignas de extenderse a otras. No siempre podemos culparlos. En este caso es la única que he visto de mi usualmente categoría favorita de Mejor Película Extranjera: «Loveless», representando a Rusia. La premisa tiene algo tan cotidiano que resulta curioso no recordar otras similares: un matrimonio se está divorciando pero mientras terminan el trámite y venden su departamento, continúan viviendo bajo el mismo techo. Tienen un hijo, al que prácticamente ignoran, y cada uno una nueva pareja con la que esperan rehacer su vida lo antes posible. Los constantes conflictos entre ellos incluyen la custodia del hijo, del que ninguno quiere responsabilizarse. Un día, Alyosha, el hijo, desaparece camino a la escuela y su búsqueda sacará lo peor, si todavía es posible, de sus padres.

El director, que también es coguionista, logra mostrar el contraste entre la superficialidad y el vacío de un modo en extremo convincente. Los contrastes entre los aspectos de la vida de los padres, sus desencuentros y la crueldad con la que se deselvuelven en su egoísmo nos arrastran por una trama atípica de búsqueda del hijo perdido al que nadie quería (de ahí el título). Pese a su posible estructura de thriller detectivesco, los caminos que tendrán que recorrer servirá más para diseccionar a la sociedad que para construir un misterio.

Me parece que no es exactamente la favorita (no estoy segura de cuál lo sea, diría que «The square») y tampoco creo que destaque de manera espectacular pero, como suele suceder en esta categoría, sin duda es una excelente propuesta.

«Strong island», Yance Ford

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Y ahora vamos con el único documental nominado que he visto hasta el momento, con eso de que Netflix ya encontró su nicho de documentales sobre casos sin resolver (o no resueltos gracias a la maravillosa justicia) y yo soy totalmente su público-objetivo. Sin duda «Strong island» viene como parte de la fuerte denuncia de los últimos años de las malas prácticas policíacas en contra de las personas afroamericanas. En este caso concreto, la directora investiga el homicidio de su hermano que fue declarado en defensa propia pese a que el sentido común indicaba que había mucho más de fondo. Aunque el seguimiento tiene una pauta judicial, el principal interés de la directora (que muchas veces aparece de modo confesional frente a cámara) es familiar: recrear una fotografía familiar que se hizo pedazos tras la muerte del hijo mayor. Un recuento de una época perdida que sin duda puede verse como un reflejo social a pequeña escala, que más que justicia (que tal vez sabe que no alcanzará) busca denuncia, tener voz en una situación que se les escapa de las manos.

Aunque sirve perfectamente, como casi todo en este subgénero, para indignarse y odiar al mundo (y a cierta parte de la sociedad, específicamente), tampoco me parece un documental especialmente destacable en su tipo. Su aporte es el aspecto biográfico y el modo en que se retrata el efecto de un suceso específico en el resto de la familia. Pero resulta incluso curioso encontrarlo entre los nominados cuando tiene un aire bastante casero, aunque es posible que su inclusión se deba precisamente a la temática (que tanto resonó la entrega pasada).

«The big sick», Michael Showalter

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Aunque más de uno la incluyó entre su lista de mejores películas del año pasado, fue una sorpresa encontrarse con «The big sick» entre las nominadas a Mejor Guión Original, y lo cierto es que pese a que me parece una excelente muestra de que se puede hacer una comedia romántica que no caiga en los clichés y que sea realmente graciosa, no sé si diría que destaque especialmente por su guión. Sobre todo compitiendo contra «Get out», «Tres anuncios por un crimen», (no he visto todavía «Lady Bird») y que «The killing of a sacred deer» se quedó fuera (cuando lo único que le quedaba a Lanthimos eran los guiones). O ¿es que estamos considerando los chistes como elemento capital de la construcción de este guión? Difícil de saber.

«The big sick» es la historia real de Kumail Nanjiani y Emily V. Gordon, justo los guionistas nominados, sobre su relación y la enfermedad que se cruzó por ella. Ciertamente destaca por su atípica premisa y el adecuado sentido del humor con que se maneja, en el que influyen bastante los padres de la chica, interpretados por Ray Romano (Everybody loves Raymond!) y Holly Hunter. Por ser una película indie y de un género bastante venido a menos (en gran medida porque sus representaciones no suelen ser las mejores), me parece que la mera nominación ya es un gran reconocimiento.

«War for the Planet of the Apes», Matt Reeves

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Y terminamos con muchos simios compitiendo por Mejores Efectos Visuales. Porque parece ser la única categoría en la que las películas de ciencia ficción, fantasía, superhéroes, etc, tienen una mínima oportunidad.

Creo que ya había comentado que la nueva saga de «El Planeta de los Simios» me parece una excelente muestra de que se puede tomar un concepto preexistente y ofrecer algo más. Sin necesidad de repetir las estrategias conocidas y tomando únicamente la premisa, la nueva trilogía de simios es un mundo con acción seria, buenos personajes y algunos aportes nuevos a la idea general de la ficción primate. Aunque esta última entrega se presenta de manera bastante oportuna como un posible cierre (no sé si pretendan seguir explotándola mucho más), me parece que de manera general es un poco más débil que las dos anteriores. Tal vez porque ya hemos visto de todo lo que son capaces los simios, porque ya no está ese increíble villano que era Koba, o porque no terminan de aprovechar la subtrama del nuevo virus. En compensación tiene a Woody Harrelson y a Rocket. Finalmente, es una buena entrega y mantiene hasta cierto punto la emoción esperable en la trama, pero viene mas bien de bajada tras las dos anteriores.

Considerando que por tercera vez se nomina a la saga en esta categoría y hasta el momento no se ha llevado nada, no apostaría demasiado porque ésta fuera la buena.

«Kong: La Isla Calavera», Jordan Vogt-Roberts

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Nuestro último chango es uno solo pero es mucho más colosal. Era ya una empresa bastante arriesgada animarse a retomar una trama que fuera de los efectos especiales parecería no tener mucho qué ofrecer, sobre todo después del terrible remake de Peter Jackson. Pero si ya teníamos un nuevo Godzilla, no se iban a quedar con las ganas de hacerlo pelear con un digno representante de la americanidad en cuestión de monstruos gigantes.

Hay aspectos que me conflictuaron mucho en su momento de «Kong», especialmente el que la ubicaran durante la Guerra de Vietnam, por aquello de que resultaba imposible no establecerlo como una especie de metáfora. Sobre todo considerando que fue grabada justo en Vietnam. Pero, si dejamos de lado mis debrayes políticos y lo mal que está Tom Hiddleston, lo cierto es que la ambientación elegida fue lo mejor que pudieron pensar para revivir a este increíble gorila gigante. La ambientación de la Isla Calavera es también increíble y consigue un punto bastante equilibrado entre el exotismo barato y el tributo retro necesario. Casi me atrevería a decir que es incluso un poco mejor que la nueva versión de Godzilla. Ahora sólo falta que se den de golpes.

Esperemos que, con un poco de suerte, la próxima semana pueda comentar algunas otras películas nominadas. O sobre «Black Panther».