Humo (Cuento Corto) | Forum

Humo

(Tributo a Edgar Allan Poe)

 “-Llego a mi casa en la noche, acabo de asesinar a un hombre, un hombre que no lo merecía, un hombre inocente, un hombre que no merecía morir, tengo un revólver en mi mano, el cañón sigue emitiendo humo, el éter surge cada vez más, mi frente está empapada en sudor, apenas pude huir de la policía, pero el arma sigue emitiendo el éter, algo raro ocurre aquí.”

El hombre lleva el revólver al lavabo y enjuaga el cañón, pensando que con eso va a enfriarse  el mismo y a dejar de emitir el éter, enjuaga el cañón y el éter deja de salir, entonces lo deja en una caja de herramientas, se tiende en la cama pero en ese momento un sonido sepulcral despierta al hombre, logra escuchar susurros, susurros sobrenaturales, que lo llaman del más allá, entonces ve que el éter sale de la caja de herramientas en donde dejó el revólver, abre la caja y ve que el interior está perdido en humo.

“-El revólver emite humo otra vez, sin importar que lo enjuague sigue emitiendo el éter, debo de esconderlo, entonces veo un cajón, en donde puedo esconder el corpus delicti, abro el cajón y deposito el arma en ese lugar.”

El hombre se vuelve a dormir, pero los mismos susurros lo vuelven a despertar, los susurros de las tinieblas, que lo llaman para que se les una, el hombre los escucha cada vez más aunque trata de ignorarlos con todas sus fuerzas, mientras más los ignora más fuertes se escuchan, hasta sentirlos dentro de su cabeza, en su corteza cerebral, entrando a su materia gris, muy adentro de su materia gris.

“-El maldito revólver, el maldito revólver, me llama, no puedo ignorarlo, mientras más lo ignore más fuerte se hace el ruido, no puedo evitar escuchar el susurro de las tinieblas, la muerte me llama, con una voz sepulcral, o mejor dicho, miles de voces sepulcrales, provenientes del cajón en donde se encuentra el corpus delicti, abro el cajón y saco el arma del mismo, la envuelvo en una bolsa de plástico y lleno la tina de baño con agua de la llave, una vez llena dejo caer el revólver allí, tal vez, sólo así tal vez se enfríe y deje de atormentarme.”

El hombre se duerme por una tercera vez, pero entonces los mismos susurros sepulcrales lo vuelven a despertar, pero esta vez es diferente, ve salir de la rendija de la puerta cerrada del cuarto de baño una gran bocanada del éter, el humo del cañón del revólver, como si lo hubiesen usado unos pocos minutos antes, tal vez no minutos, segundos.

“-De nuevo el humo del jodido revólver, tengo que terminar con esta tortura, no hay nada qué hacer ahora, me dirijo al baño, tomo el revólver, lo saco de la bolsa y me siento en la taza en medio de nubes de humo, tomo el revólver por el mango y meto el cañón en mi boca, no espero salvación alguna y disparo, todo se pone negro, para siempre negro.”

El hombre disparó el revólver, la bala atravesó su cabeza pintando en la pared un mural hecho de sesos y sangre, las gotas comenzaban a caer lentamente mientras el hombre cayó al piso entre nubes de humo, pero esta vez el humo no salía del cañón del revólver, el humo estaba saliendo de la boca del hombre, como si hubiera tragado una bocanada de humo, como si hubiera estado fumando sin exhalar el humo, el hilillo seguía deslizándose por su boca, formando más nubes. El revólver entonces comenzó a despedir humo, del cañón salió una sombra en forma de hombre, la cual era el espíritu dentro del revólver, el señor de las tinieblas, el señor de la muerte, entonces la figura etérea se introdujo por la boca del hombre el cual reaccionó, la herida en la cabeza se cerró y el espíritu regeneró sus heridas de la cabeza y regeneró su cerebro, entonces los ojos del hombre se abrieron en dos destellos rojos, los dientes ahora eran amarillos como los de un fumador empedernido, abrió la boca y comenzó a hablar lentamente, como si no pudiera articular bien una palabra.

-Anoche tuve un sueño extraño, en él asesiné a un hombre inocente a sangre fría.

El hombre limpió el cuarto de baño se puso el revólver en la bolsa de su gabardina y salió con aire bufón de su departamento, esperando a encontrar más víctimas, un alma perdida o un cobrador de almas, eso no importaba, salió entre la lluvia de la ciudad, mientras veía a todos caminar con sus paraguas, entonces exhaló una última bocanada de humo que se dispersó rápidamente entre la lluvia, era hora de seguir cobrando almas.