Muchos de plano no comprenden por qué no nos gustan los títulos de fútbol, basquetbol, tenis, etc. Después de todo, los juegos de soccer son muy populares – Konami nos lo ha recordado en más de una ocasión aquí en Latinoamérica. Pero a nosotros, a fin de cuentas, no nos cuadran… Ahora bien, hablando por experiencia personal, yo les puedo decir que, conmigo, la cosa no siempre fue así.

Para empezar, no me desagradan los deportes. Claro que no soy el seguidor más aguerrido de los deportistas… A duras penas sé quién es el Chicharito – y eso más que nada porque las noticias en Internet se encargan de restregármelo en la jeta (¡Chicharito metió gol! Y entonces, Dios quedó satisfecho. Aleluya, Aleluya). Pero eso no quiere decir que no disfrute ver partidos de fut (siempre con mi padre, eso sí, porque no las pasamos diciendo puras tonterías durante el juego) ni que no me chute cuantos juegos pueda en los mundiales, cosa que Adrián, Eze y Gris se encargarán de recordarme hasta el día de mi muerte (y con cierta razón, porque la final de España vs. Holanda sí estuvo de la ñonga).

Ya lo veo venir… Ya lo veo venir.

Y así como el soccer, también me gusta ver las olimpiadas y, a veces, los juegos de fútbol americano… Entonces, ¿por qué exactamente hay tantos de nosotros que nomás no nos gustan juegos de deportes cuando sí somos capaces de aplastarnos un rato en el sillón y verlos en vivo?

Pues no sé ustedes, pero en mi caso, me gusta jugar cosas fantásticas, es decir, algo que no pueda pasar o que yo pueda hacer en vida real. Si quiero jugar fútbol, en vez de poner un disco en mi consola, mejor me junto con mis cuates y me echo una cascarita y me divierto muchísimo más de ese modo. En cuanto a juegos irreales, pues… no es como si pudiera desatar un holocausto zombi sólo porque de pronto me dieron ganas de volarle la cabeza a un muerto viviente.

«Bueno, quizá sea cierto eso de que todos podemos practicar algún deporte, aunque seamos unas nalgas,» pensarán ustedes. «Pero no mames, ¡no puedes jugar fútbol contra monstruos o matar a tus oponentes en un juego de quemados!»

Touché.

Tienen toda la razón. Por eso mismo es que los juegos de deportes con giros locochones como el Super Dodge Ball para NES o el Mario Tennis para N64 sí son de mi agrado. Incluso el Mario Golf me divirtió mucho, y estamos hablando de un juego de Golf, el deporte más aburrido de la historia.

Estos realmente son los títulos de deportes que puedo aguantar: los llamados “arcade”; y claro, siempre es mejor jugarlos con la banda, como el Wayne Gretzky’s 3D Hockey – igual para Nintendo 64 – donde sí se armaba el desmadre bien chido. Pero que conste que con todo y todo también hay títulos de deportes que no son serios que son una basura. Ejemplo: Megaman Soccer, uno de los peores juegos del Blue Bomber… Tenías que detener a las huestes del Dr. Wily ganándoles en partidos de fútbol. Creo que con eso les digo todo.

Desgraciadamente, esa época también pasó y ahora incluso los juegos desquiciados de deportes han dejado de llamarme la atención. Ni siquiera me ha pasado por la cabeza jugar Mario Strikers. No dudo que haya buenos juegos allá afuera… Sólo que ya pasó mi tiempo de entrarle a esas cosas. Quizá algún día pruebe alguno y me vuelva un seguidor aguerrido… Nunca se sabe. Pero por ahora, no me interesan.

Y eso es, en cuentas resumidas, lo que me ocurre con los juegos de deportes. Yo sé que a varios de ustedes les fascinan y me alegra que puedan divertirse con ellos. Siempre lo hemos dicho: no todos tenemos los mismos gustos… Estaría de hueva que a todos nos latiera lo mismo. En todo caso, ¿ustedes qué opinan? ¿Por qué o por qué no les gustan los juegos de deportes? ¡Compartan!