«Portus» es un manga de terror cuya premisa parece querer dejar en claro que mientras se produce mucho cine y literatura nipona con esa clara tendencia a lo paranormal japonés, no dejan de haber historias que se mantienen estrictamente dentro del terror común para cualquier cultura. O que estamos tan conectado actualmente que no sorprende que las leyendas urbanas se vuelvan intercambiables en cualquier momento y contexto.

portus2La clásica historia del videojuego maldito. La leyenda urbana de que en un juego antiguo hay un nivel escondido y que todos aquellos que han estado involucrados con él han muerto de formas trágicas. Portus es ese juego, del que apenas si se nos explica nada más allá de la desgracia que puede traer a aquellos que no puedan dejar de jugarlos. Y empezamos con él porque justamente hay una colegiala que no puede dejar de jugarlo.

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Típico de las nenas gamers.

Asami y Chiharu han sido mejores amigas durante mucho tiempo hasta que un videojuego se interpuso entre ellas. Ahora Chiharu pasa horas encerrada en su habitación, no va a la escuela y luce cada vez más sombría. Todo lo cual no sería particularmente preocupante si no la hubiera llevado hasta el suicidio. Mientras que Asami busca respuestas a lo sucedido, su vida y la de dos de sus profesores no tarda en empezar a girar alrededor del juego maldito y todas las leyendas que se cuentan sobre él.

portus4Siendo una publicación regular bastante corta (son 11 tomos que apenas llegan a las 220 páginas en total), «Portus» no parece preocuparse demasiado por la originalidad o la profundidad en los personajes, sino en aprovechar un escenario tópico para darle unos toques particulares de terror que se manifiestan a través de algunos elementos particulares de la cultura japonesa y un curioso estilo visual que transforma a los personajes de una viñeta a otra del trazo animesco más usual a una desproporción o realismo exagerado que en muchas ocasiones resulta inquietante.

Juntando todos estos elementos, parece que finalmente lo más acertado de la obra de Jun Abe es su ágil lectura, que minimiza los posibles aspectos negativos al tiempo que mantiene en su lugar algunas viñetas muy bien logradas. Y es que por cada elemento interesante que se va sumando a la trama (como el origen folklórico del nivel escondido en el videojuego) nos encontramos con alguno de esos momentos tan típicos del manga/anime en que algún personaje de noble corazón irrumpe una secuencia que no tiene nada que ver para darnos algún valioso mensaje moral.

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Y una puta madre.

Lo cual no es necesariamente malo cuando eres un super saiyajin y tienes que salvar al mundo o cualquier otro equivalente shonen, pero ya basta de querer comprender y amar a los espíritus malditos y/o videojuegos malditos. Si alguien nos ha enseñado el abundante cine de terror japonés es que eso sirve para una madre, así que mejor concéntrense en romper la maldición cuando sea posible.

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«Grandes lecciones para la vida», por Samantha S. Acosta

Pero con todo y que parece que lo mejor que se puede decir de «Portus» es que tiene una premisa interesante y se lee rápidamente, es el manejo visual de Jun Abe lo que consigue llamar la atención de una historia sobre un videojuego maldito que finalmente ni sabemos de qué va porque estamos demasiado ocupados regresando al Japón de la posguerra y sus desgracias. Sobre todo los ejemplos más grotescos de su estilo, la desproporción y el hecho de que a veces un mismo personaje parezca cambiar de una página a otra, nos dejan la sensación de que se pudo haber hecho mucho más de no haberse limitado a una historia tan sencilla con un desarrollo desprovisto de sorpresas. Las posibilidades a las que podría haberse llegado si en lugar de preocuparnos tanto por la amistad de ultratumba entre dos colegialas demasiado ingenuas, nos hubiéramos detenido más en sus espacios del horror, aquellos que llegan sólo por momentos y casi como telón de fondo.

portus7Y antes de catalogarlo como ‘mangaka a seguir por si sus próximas obras resultan más interesantes’, da la impresión de que «Portus» fue el debut y despedida Jun Abe, publicado en el 2006 y por el cual no sabemos prácticamente nada más de su autor. Como podemos suponer es el caso de tantos mangakas que se pierden en la marea de las masivas publicaciones en ese país. Al final me deja una sensación similar a la película «Creepy hide and seek», en la que pensaba mientras lo leía, de que son buenas premisas para revitalizar terrores comunes, que al final se quedan en mero entretenimiento. Seguiremos a la búsqueda de cómics sobre videojuegos malditos. O algo así.