Con mis cargas de trabajo de las últimas semanas no he tenido oportunidad ni de acercarme a un cine. Pero desde el recuento anterior de películas de terror, se imaginarán que tengo varias nuevas por compartir.

«A quiet place», John Krasinski

No sé si ya les he contado que me encanta la adaptación de Krasinski (como director, guionista y actor) del libro de David Foster Wallace «Entrevistas breves con hombres respulviso». Igual, con la imagen cómica que tengo de él, no me imaginaría que fuera a dirigir una cinta como «A quiet place» (que, tras perderme en cine, por fin pude ver).

La cinta se suma a esta nueva corriente de producciones que se toman en serio el género de terror. Y me encanta que lo hagan. En este caso se evidencia desde un primer momento por la excelente premisa (sobre todo considerando que viene un subgénero no muy tomado en serio, como es el de bichos alienígenas/mutantes/oalgoasí), las excelentes actuaciones (con tan poco diálogo) y, sobre todo, una recreación de un mundo post-apocalíptico que va de lo general (esa ciudad abandonada con pasos guiados) a lo íntimo (la granja donde la familia podría vivir idílicamente si no temieran traer algo desde el otro lado al menor sonido).

John Krasinski y Emily Blunt (matrimonio en la vida real) son poderosos ejes de la acción dramática en una historia que va del horror al drama familiar con una naturalidad encantadora, a lo que se suma también la increíble actuación de los jóvenes Millicent Simmonds (quien es sordomuda en la vida real) y Noah Jupe como los hijos de la pareja. Los momentos dramáticos no le restan emoción al horror, pero sin duda construyen una atmósfera muy distinta (y muy afortunada) para el género.

Se está hablando de una segunda parte y no puedo evitar pensar que en lugar de esta obsesión hollywoodense por las secuelas, deberían darle todos los incentivos a Krasinski para que piense en una nueva historia de terror.

«Wyrmwood», Kiah Roache-Turner

Zombies australianos, lo que le hacía falta a esta sección. Aunque disfruto la difícil situación de ser realmente asustada por algo que suceda en pantalla, también resulta que uno de los modos en los que más disfruto la comedia es cuando hay mucha pintura roja sangre de por medio. Y zombies y vísceras falsas. Los australianos, ya lo sabemos, tienen bien manejado el toque comedia, y recrear mundos post-apocalípticos zombies les viene justo para esta «carretera de los muertos» (supongo que si no dicen que hay coches, podríamos confundirnos y no saber que es Australia).

Una serie de personajes están haciendo sus cosas australianas de la vida diaria cuando de pronto todos comienzan a volverse zombies. Típico. Al principio lo único importante es sobrevivir, aunque eso implique tener que volarle los sesos a muchas personas queridas. Pero una vez que el road trip comienza a pintar más infinito de lo planeado, también será necesario rastrear a quien está detrás del suceso, que obviamente es un científico loco.

Coches (más modestos que en otras producciones australianas), mucha sangre y una trama de lo más absurda logran conformar una bastante entretenida cinta de zombies. Con algunos toques que logran destacarla de la enorme producción del género (que, hasta eso, ha disminuido un poco en el último año, por suerte).

«Cold prey», Roar Uthaug

Nos está tocando terror de todas partes, no nos podemos quejar (bueno, yo no). En mi mente, y relacionándola únicamente con su trama congelada, por unos momentos pensé que era la de Liam Neeson contra lobos (o algo así, son lobos, ¿no?). Pero no, es un slasher adolescente noruego en medio de la nieve. Está bien para variar un poco el panorama.

Un grupo de cinco amigos van a mitad de la nada congelada a practicar snowboard. No puedo imaginar cuál era su plan original para que las cosas salieran bien, pero incluso antes de que haya un asesino invernal de por medio, uno de ellos se rompe la pierna al caer. Hasta ahí podrían haber muerto tranquilamente de frío, pero ven en la lejanía un hotel abandonado y les parece una gran idea pasar una noche allá. En lugar de obviamente pensar por qué habría un hotel a mitad de la nada congelada y que obviamente está abandonado por algo.

La estructura es bastante típica de adolescentes no muy listos encerrados en un espacio reducido que promete diversión pero que incluye un asesino escondido. Como los slashers de campamento pero con el plus de que con frío todo luce mucho peor. Es entretenida y lo cierto es que los pocos detalles culturales y un guión al que le invirtieron más de lo que usualmente le toma a los slashers modernos hacen que la película se disfrute un poco más de lo esperable. Por otro lado no me imagino cuánto más puede pasar en sus dos secuelas.

«1408», Mikael Håfström

Ya me habían advertido que no la viera, que era malísima, pero no sé detenerme. Incluso viendo que estaba John Cusack de por medio.

En su defensa debo decir que la premisa es maravillosa y que Cusack es sorprendemente perfecto para su papel como escritor escéptico de guías de hoteles embrujados. El trabajo de mis sueños (aunque tal vez yo no sea tan escéptica como me gustaría). Obviamente no es que éste fuera el trabajo de sus sueños, así que va por la vida amargado creyendo que ya nunca encontrará un sitio verdaderamente embrujado. Hasta que llega a un hotel manejado por Samuel L. Jackson, quien le ruega que por favor no se hospede en la habitación 1408. Pero esas tretas ya las conoce, no es que un par de horribles muertes aparentemente accidentales vayan a persuadirlo de incluir este lugar en su próxima guía.

Todo lo bueno que podría tener esta premisa se va muy rápidamente al diablo, claro, pero al menos hace su mejor esfuerzo. Sobre todo el metraje le juega bastante en contra y la apelación sentimental a algunos de los sustos (obviamente a todos nos podría asustar ver a seres queridos muertos en habitaciones de hotel donde no tendrían que estar, pero tampoco abusemos). Cusack es maravilloso como escritor loquito de baja categoría pero tampoco puede sostener toda una trama de terror (Jackson está maravilloso pero tampoco sale mucho). Con todo creo que los puntos originales de la premisa hacen que la cinta sea al menos disfrutable, aunque al final sea un poco decepcionante todo lo que no pudo aprovecharse.

«Vacancy», Nimród Antal

¡Más hoteles malditos! Del mismo año que la anterior y ambas son producciones estadounidenses dirigidas por directores europeos (el anterior, sueco, éste, húngaro). Con una premisa mucho menos original, la acción está mucho mejor manejada, con todo y que Luke Wilson tampoco es el mejor actor para equilibrar elementos de horror, acción y dramáticos (sobre todo los dramáticos).

David y Amy están por separarse después de haber pasado por situaciones difíciles en su matrimonio, pero todavía no están listos para que los demás lo sepan. Tras regresar de una comida familiar se pierden en la carretera y el coche se avería. Típico. Por si las discusiones maritales sobre quién tiene la culpa por tomar el atajo que no era atajo no son suficientes, lo único que han encontrado en kilómetros es un taller ahora cerrado y un hotel de paso nada sospechoso. Los primeros sobresaltos usuales de sitios macabros a mitad de la nada no se comparan con el horror de encontrarse unas cintas que de película de terror de bajo presupuesto dejan pasan al horror snuff en la misma habitación en la que ahora se encuentran.

Me retracto, el detalle snuff de la premisa es maravilloso. Después el ritmo de escape y el descubrir qué es lo que hay del otro lado de ese encierro inesperado pueden ser un poco más tópicos, pero consiguen mantener la emoción el tiempo suficiente, con todo y el final que no cuadra del todo pero es obviamente para aprovechar la racha y sacar una secuela.

«Dead silence», James Wan

Vi «El títere» en cines, con la emoción de que era la siguiente película de James Wan después de «Saw». La odié. No me explicaba cómo, si tenía un director increíble y muñecos ventrílocuos diabólicos, todo lo que yo podría querer en una película de terror.

Ahora que el tiempo ha pasado decidí darle una nueva oportunidad y tratar de verla sin prejuicios. Y bueno, no es que sea una gran película, todo sea dicho, pero creo que ahora, viendo la carrera de Wan en retrospectiva, puedo entender un poco mejor lo que trató de hacer. Y es que sin duda es un paso anterior y sin pulir del estilo que luego reprodujo (mucho más exitosamente) en «Insidious». Ese toque de película mala serie B, maquillaje exagerado, ciertos toques absurdos, para enfatizar la naturaleza del horror sin interferir con las emociones más realistas de los personajes. Y ahí es donde falla en este caso porque sus personajes se quedan en lo acartonado y en las malas actuaciones. Pero, lo que es importante: muñecos diabólicos. Sin duda hay mucho que rescatar en esa historia que no pudo brillar por producirse tan temprano. No siempre puedes ganar, Wan (uh, pero ahí viene «Aquaman»).

«Jigsaw», Michael Spierig & Peter Spierig

Y hablando de no respetarme a mí misma. Ni al «Saw» original ni a nadie.

Nunca estoy segura de qué número de secuela es y no puedo creer que apenas vayan por la octava. A mí me parecen miles, y es que si han seguido la historia religiosamente, sabrán que todo se va terriblemente al diablo desde la tercera entrega.

En defensa de «Jigsaw» aka «Saw VIII», podemos decir que trata de regresar a sus raíces y cuasi emular la segunda película; es decir, por una parte estructura detectives investigando en el ‘exterior’ qué onda con Jigsaw (sobre todo considerando que en este punto ya está muerto), y la parte ‘en el interior’ en que un grupo de personas despiertan encerrados en un cuarto cuando una voz misteriosa les indica que van a jugar un juego.

Con todo y que la estructura narrativa es mucho más afortunada que en anteriores películas y que parecen esforzarse mínimamente por no caer en el ridículo, es difícil seguir explotando una franquicia tanto tiempo después. Y demuestra que aunque para mí pueda sonar tan básico el repetir una fórmula que les ha funcionado, hay un límite para la imaginación de guionistas en cuanto a diseñar trampas mortales, historias de absolución y giros inesperados en la trama. Es decir, es disfrutable en tanto que no voy a quejarme de ver montones de sangre y juegos mortales, pero nada podrá compararse con la emoción inicial de mi querida «Saw» y su increíble primera secuela.

«Bilocation», Mari Asato

Un poco de terror japonés y con la única intervención femenina en la dirección. Por desgracia, así como Japón tiene sus buenas joyas de horror, luego saca cada cosa que no cumple del todo su función o cuyas diferencias culturales son insalvables. Al menos eso significa que las ideas son bastante originales y lo que no ganan en sustos clichés tal vez lo puedan hacer con algunos giros de guión, como en el caso de «Bilocation».

Yo estuve mucho tiempo muy interesada en la figura del doppelgänger, que aquí lo mencionan en contraposición con la bilocación, el fenómeno que nos interesa. A diferencia del doppelgänger, que es una especie de imagen-espejo que no tiene voluntad en sí misma y que es una premonición de algo siniestro, la bilocación es un doble que puede actuar por voluntad propia y cuya finalidad parece ser suplantarnos o volvernos locos. Lo que suceda primero.

Shinobu es una pintora un poco frustrada y está casada con un hombre con debilidad visual (que no ciego). Un día es confundida con una ladrona en un supermercado y muerta de pena tiene que esperar a que llamen a la policía para que se arregle la situación. Pero menos mal que el policía sabe de qué va el asunto: la confundieron con una ladrona porque la verdadera ladrona es su bilocación, imagen idéntica a ella que va por la vida tratando de ocupar su lugar. Y menos mal que tiene un grupo de apoyo para luchar contra estas misteriosas creaturas.

Pues eso es lo que hay, al menos no se les puede echar en cara a los japoneses no ser originales con sus historias.

«A bucket of blood», Roger Corman

Una casi inocente cinta de humor negro cuyo mayor mérito es ser de la primera época de Roger Corman. Y tener a un jovencísimo Dick Miller como protagonista.

Walter Paisley es mesero en un café bohemio (donde bien podremos encontrar clichés hipsters/artísticos que vienen de los 50, sin duda de lo mejor de la película) donde ve pasar a toda clase de artistas. Sobre todo conceptuales. Él no es precisamente muy listo, pero sueña con ser uno de ellos y no un simple mesero al que mangonear (una cosa no tiene que ver con la otra, pero él se presta a ser maltratado). Tratando de encontrar a su artista interior, mata por accidente al gato de su casera (pasa todo el tiempo) y ¿adivinan? decide cubrirlo con arcilla y hacerlo pasar por una escultura realista. Y voilà, lo que siempre deseó: fama, amistades, un poema improvisado para él, la nena de su vida, respeto y dinero. (Todo por un gato, a saber). Obviamente esos admiradores no van a contentarse sólo con animales de casa, así que sus aspiraciones artísticas tendrán que ir aumentando en cantidad de sangre.

Tiene toda la estructura de los cuentos de terror clásico de ‘ten cuidado con lo que deseas’, si fueran escritos en tono comedia y tuvieran de por medio la figura retro del psicópata semi-inofensivo. Que a Miller le sale tan bien que a veces lo odias por ser un asesino tan cándido. La película es entretenida, destaca además un cuidado inesperado en las obras del protagonista, con una estética muy particular, y tiene una ventaja no siempre reconocida de que dura poquito más de una hora.

«Zeder», Pupi Avati

Y terminamos con zombies italianos ochenteros, porque nos los merecemos.

Que lo cierto es que desde el título «Zeder» es una película bastante desconcertante de la que tardas un rato en darte cuenta qué está pasando. Tras una primera escena que bien podría ser vampírica, nos saltamos a la historia de Stefano, a quien su pareja le regala una máquina de escribir vieja y es tan ocioso que se pone a ver qué había escrito la persona que la tuvo antes que él analizando las cintas de tinta. Podría haber sido una propuesta desechada para una novela o película de terror, pero Stefano está más o menos convencido de que la teoría para revivir muertos que encontró tiene algo de verdad y se dispone a investigarlo. Para poca emoción de su pareja que seguro se arrepintió para siempre de regalarle esa máquina.

Muertos vivientes, teorías conspiranoicas, religiosos y edificios abandonados hacen la mezcla de especias italiana para una película de lo más extraña, sobre todo por lo seria que trata de ser. Me parece que lo que mejor luce son los escenarios, ya que se ve que se esforzaron por encontrar buenos sitios abandonados en más de una zona para darle seguimiento a su investigación paranormal. De resto es un poco difícil describirla, y no es que sea particularmente buena pero al menos es sobrellevable la trama.