Creo que ha quedado muy, muy claro con el paso del tiempo que de los 3 Gordos, yo soy el fanboy por excelencia de la franquicia de Zelda. He jugado todos los juegos (menos los del CD-i de Phillips, gracias a M.O.D.O.K.) y todos y cada uno de ellos me han fascinado. La fórmula siempre ha sido genial y el gameplay sólido que tiene cada entrega es prueba fehaciente de que se trata de una serie fantástica… Y bueno, como el título lo indica, por supuesto que dentro de todo esto hay un gran “pero”. Cinco “peros”, para ser exactos.

Ahora que estuve jugando Skyward Sword – un excelente título, sin lugar a duda – he sentido más que nunca las molestias que comenzaron como una espinita y ahora no puedo dejar de prestarles atención, porque de plano me irritan mucho. Algunas menos que otras, pero como sea, estas son las cosas que rompen el encanto en el que me tiene metido el juego.

En todo caso, la razón principal por la que estos detalles me afectan tanto es porque se encuentran en la mayoría de los juegos de esta saga. Hay algunos que se salvan de algún detalle, claro está, pero cuando sí me lo llego a encontrar, de plano sí me doy el zape en la frente.

De una vez les comento que lo que me molesta son detalles que tienen que ver con la historia y personajes; no tanto con el gameplay, pues éste siempre me ha gustado y, aunque sí hay uno que otro detalle que no es completamente de mi agrado, son problemas más aislados. Las broncas que voy a mencionar son más generales.

Bueno, ya no se las voy a hacer más de emoción: les presento, pues, las 5 cosas que me han llegado a hartar de la saga de la Leyenda de Zelda.

 1. Siempre eres el elegido

No importa cuál sea la situación, por azares del destino, Link es el único que puede salvar a la tierra en la que se encuentra, llámese Hyrule, Termina, el Gran Océano… El duende siempre tiene su marca de la Trifuerza en el dorso de la mano, porque las diosas así lo quisieron. ¡Ya estoy hasta la madre de que traten a Link como si fuera Juan Camaney cuando su única proeza es tener un triángulo pintado en la pezuña!

Alguien lo vio en un sueño profético; alguien lo ha estado esperando desde hace chorrocientos de años; alguien lo intuye… Siempre es lo mismo. Y eso le quita mucho sabor al juego de entrada. No es lo mismo que te ganes el título del “Elegido” con sudor y sangre a que te lo den sólo porque respiraste al nacer; y como esta situación se ha repetido una y otra vez, pues estoy esperando que le varíen.

2. El mundo ya no es tan grande

Este detalle es un poco más reciente, pues va mucho de la mano con la salida de juegos más masivos. Ocarina of Time era grande en su momento y Majora’s Mask se sentía igual de enorme por la muy marcada variedad de escenarios; y ya no hablemos de Wind Waker: ése, en cuanto a la enormidad del mundo, es el campeón de los Zeldas. Es, diría yo, demasiado grande: hay gente que no aguanta la exploración por el océano, y los comprendo, porque recorrer todo el mapa sí te puede llevar un muy buen rato. Después de todo, estamos hablando de 49 – si no me falla la memoria – divisiones en el mapa, cada una extensísima y con algo interesante que descubrir.

Eso es precisamente lo que siento que le falta a las entregas más recientes: esa sensación de descubrimiento. Los mundos de los juegos más actuales son o menos variados, o más pequeños. Vamos, a primera vista sí parecen masivos, pero ya se da mucho el caso de que hay grandes secciones que sirven únicamente para moverte de un pedazo de tierra importante a otro (sé que lo mismo pasaba con Wind Waker, pero, nuevamente, estamos hablando de que en todos lados había algo interesante que ver; este ya no es el caso con, los juegos de DS, por poner un ejemplo).

3. Los personajes están terriblemente mal desarrollados

¿Qué mejor manera de explicar esto con la frase que enerva a Adrián hasta más no poder? “¡A mí me gustan las gallinas!”

Los personajes secundarios y de los pueblos son ridículamente planos y sosos. Si te acuerdas de ellos, será por el diseño visual, ya que éste sí es bastante memorable, hay que reconocerlo. Pero fuera de ello, tienen la personalidad de un panqué y los intentos que hacen los juegos para que te importen de una u otra forma son verdaderamente patéticos.

Y yo sé que habrá alguien que pensará: “Pues todos los juegos de Zelda son así, Rafa; ya deberías saber qué chingados esperar.” Bien, pues a esa persona, yo le respondo con dos palabras: Majora’s Mask. En este juego, había muchos personajes bastante interesantes que podían llegar a caerte bien, porque sus misiones opcionales eran muy complejas. Curioso es que la misma señora de Ocarina of Time, con su obsesión tan ridícula por las gallinas, fuera el personaje con la trama secundaria más complicada y envolvente en Majora’s.

4. Tus acompañantes son planos y hasta molestos

Este problema tiene mucho que ver con el anterior: desde Ocarina of Time no ha habido un solo juego de Zelda en donde no tengas a algún “asistonto” que te siga hasta el final de los tiempos. Y la gran mayoría tienen algo en común: son completamente olvidables.

Es muy triste que cuando haya un personaje que sea tu compañero durante toda tu aventura – y hasta tu guía – sólo te acuerdes de él o ella porque constantemente te está interrumpiendo para decirte cualquier estupidez. Son cosas con las que vas cargando y que no te puedes quitar de encima.

Y dentro de todo, no es tan malo cuando solamente los llevas de un lugar a otro contigo… lo feo viene cuando tu canchanchán es detestable. Navi de Ocarina of Time es el perfecto ejemplo de ello; pero si de personajes a los cuales les quieres pegar un tiro hablamos, no hay que buscar más allá de Fi, de Skyward Sword. Cómo ODIO a esa desgraciada. Es como si una calculadora te hablara para darte información inútil. “Maestro, mis cálculos indican que hay un 90% de probabilidades de que el cielo sea azul.” ¡¿En serio?! ¡GRACIAS, jamás se me habría ocurrido considerarlo, pedazo de animal!

Por suerte, hay un par de excepciones a esto, que vienen a ser Zelda en Spirit Tracks, que tendrá una personalidad algo molesta, pero al menos te ayuda significativamente; y Midna, de Twilight Princess, quien tiene una historia importante y sí juega un rol un tanto predominante en la trama.

5. Los personajes no hablan

Ésta. Esta cosa es la que más me caga, aun cuando la haya sentido solamente hasta las últimas dos entregas de consola de sobremesa de Zelda. Lo siento, pero ya no me puedo tomar en serio una historia que trata de ser épica cuando el personaje al que estoy viendo y que se está echando un discurso mega-dramático, sólo gruñe y hace bailoteos cual mimo.

Que conste que yo estoy de acuerdo en que Link no diga absolutamente nada: el duende ha sido mudo por demasiados años como para que de pronto le metan una personalidad de forma arbitraria. Podría repetirse el episodio de Metroid: Other M, después de todo. Pero el resto del mundo sí puede hablar y en esta época ya no están las cosas como para dejarlo todo en texto, porque se vuelve aburrido y, repito, las escenas dramáticas pierden todo su poder y terminan siendo hasta ridículas.

Esto lo sentí especialmente marcado al jugar Skyward Sword. Cada vez que aparecía el villano, Ghirahim, y hacía su discurso malvado, de plano me reía. Me reía, pero del coraje, ya que no había forma alguna en la que me pudiera tomar en serio una palabra de lo que leía al ser acompañada de gemidos lastimeros y risillas ridículas cuando yo quería meterme en la historia (porque pese a todo, me gustan las tramas de la franquicia). Simplemente no pude hacerlo.

No hay de otra en este aspecto. Zelda debe empezar a tener voces. En el pasado funcionaba, pero la industria ha avanzado y ha llegado el punto en el que un juego de tal magnitud no vocalizado se siente terriblemente viejo.

Y bueno, esas son las cosas que más me irritan de la saga de Zelda. Como mencioné varias veces, estoy consciente de que hay varios títulos que se salvan de una u otra situación (excepto la última); pero es precisamente por esto que quizá me molestan tanto. Ya demostraron en alguna ocasión que pueden hacerlo bien y me gustaría que lo repitieran – y en el caso de meterle voces a los personajes del juego… bueno, pues que ya lo hagan.

Quizá a más de alguno le parezca que más bien estoy buscando alguna cosa mala dentro de los Zeldas, nada más para tener algo de qué quejarme; quizá piensen que no se trata de algo importante y que realmente debería quedarme callado y disfrutar los títulos por sus cosas buenas. Pues no: estos detalles son importantes para mí, precisamente porque me gusta mucho la saga y quiero ver que cada vez sea mejor. Estas imperfecciones hacen que, para mí, los juegos de Zelda ya se sientan viejos – y no de buen modo. Por eso mismo me encantaría que las arreglaran… No es pecado querer que una saga a la que tanto cariño le tengo vuelva a ser tan fascinante como lo era antes, ¿o sí?