¿Qué onda, banda? Aquí Rafa – finalmente – con una reseña de un título que salió originalmente para el PS2 y actualmente se encuentra de forma exclusiva en la PSN: Ōkami.

Ōkami fue originalmente desarrollado por Clover Studio y distribuido por Capcom. Salió al mercado hace ya 7 añotes, en 2006. En aquella época, el título fue recibido con brazos bien abiertos por parte de la crítica, obteniendo resultados y reseñas muy favorables. Desafortunadamente, pasó debajo del radar de muchísimas personas – incluido su seguro servidor –, tanto así que sus ventas totales en el año 2009 se encontraban apenas debajo de las 600,000 unidades. En otras palabras, para ser tan amado por el público, le fue de la chingada en las finanzas. Aun así, Ōkami quedó marcado como un excelente juego y en el año 2008 tuvo un port para el Wii, y 4 años después, su versión en alta definición para el PS3.

Pero basta de historia real y concentrémonos más bien en la del juego.

Hace 100 años, un demonio llamado Orochi, aterrorizaba a la aldea de Kamiki, demandando cada año el sacrificio de una doncella para satisfacer su sed de sangre y evitar que destruyera todo a su paso, hasta que el guerrero Nagi se armó de valor y se enfrentó al monstruo. Cuando todo parecía perdido para el campeón, apareció Shiranui, una loba blanca de Hokaido y lo ayudó en su lucha contra Orochi. La batalla fue larga y cruenta y al final, los dos héroes lograron encerrar al demonio en una cueva, aunque Shiranui perdió la vida. Los aldeanos de Kamiki le construyeron una estatua y honraron su entrega y sacrificio, mientras Orochi permanecía atrapado, esperando.

¿Esperando qué? Pues a que, después de una centuria, llegara un pelmazo a romper el sello que lo mantenía quieto, puesto que estaba seguro de que las leyendas eran tan verdaderas como The Last Guardian.

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¡ZING!

Pero al volver el mal a la tierra, también regresa la esperanza en la forma de Amaterasu, la Diosa del Sol y la protagonista del juego. Ella, con ayuda de su compañero / hada irritante, Issun, se encargará de hacerle la vida de cuadritos a Orochi y demás demonios que vienen a joder a la humanidad.

Antes de seguir adelante, vamos a hacer la pregunta que muchas, muchas personas se han hecho al saber un poquito más de este juego: ¿es acaso Ōkami una copia de Zelda?

Por mi parte, yo voy a responder que no. Indudablemente presenta muchas similitudes con la saga de Link, pero eso no lo convierte en un clon. Ōkami tiene suficientes diferencias y mecánicas únicas que lo separan de la franquicia de Nintendo, empezando por la historia, la cual, en mi opinión, está mucho más elaborada e interesante que la de Zelda. Toma prestados varios elementos del folklore sintoísta de Japón, dándole un giro muy atrayente. Algo así como lo que hizo God of War con la mitología griega, pero un poco menos estúpido y definitivamente más para toda la familia. Pero bueno, suficientes comparaciones.

Tú controlas a Amaterasu en su búsqueda de purgar a Nipón de los demonios. Al comenzar, te darás cuenta que eso de ser una diosa es más un título nobiliario que otra cosa, debido a que la lógica de videojuegos entra en vigor: debes empezar bastante pusilánime para poco a poco irte convirtiendo en la deidad de leyenda que se supone eres.

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No pasará mucho tiempo antes de que puedas comenzar a explorar el mundo. No podrás ver tanto al principio, pues tendrás que ir abriéndote paso mediante habilidades y eventos que irás adquiriendo y activando conforme progresas, y vaya que hay mucho que explorar. Sin embargo, antes de que puedas moverte con plena soltura por una nueva área, te darás cuenta que hay un patrón a seguir: cuando llegas a un sitio inexplorado, este estará lleno de oscuridad y niebla malévola – veneno, para efectos prácticos. No habrá personas y todo estará en un estado desolado. Para restaurar la tierra a la normalidad, tendrás que encontrar árboles sagrados y devolverlos a la vida. Los que hayan jugado Twilight Princess quizá sientan alguna similitud entre estas áreas y el mundo del crepúsculo, mas no vas a pasarte tanto tiempo buscando los dichosos árboles como creerías. Las zonas malditas están ahí más que nada para enseñarte una nueva mecánica del juego o para que aprendas una nueva habilidad; no son parte de una prueba y al poco tiempo podrás ver qué tanto hay en los alrededores.

Hay tres tipos de sitios principales a los que irás durante tu aventura: pueblos, campos y calabozos. Los poblados suelen ser zonas tranquilas donde podrás conocer diversos personajes que pueden o no estar ahí para ayudarte a progresar; tendrás la posibilidad de comprar accesorios, armas y demás chunches a cambio de los yenes que hayas recolectado, así como tomar misiones opcionales que contemplan encargos de corre-ve-y-dile, ve-y-tráeme, uno que otro mini-juego, etc.

Los campos suelen ser las áreas que conectan las aldeas con los calabozos, y en ellos, podrás encontrar tesoros, curiosidades y oponentes. Las fortalezas enemigas… Bueno, pues está de más decirles que ahí está concentrada siempre una saludable dosis de monstruos. Es en este tipo de sitios donde te enfrentarás con los principales villanos del juego.

Ōkami presenta la mecánica del pincel celestial, la cual es la herramienta principal que utilizarás a lo largo de tu travesía, tanto en el combate como la resolución de acertijos y demás. Cuando activas tu pincel, el tiempo se congelará en lo que tú pintarrajeas garabatos y, por supuesto, si tus obras de arte coinciden con ciertos patrones que irás desbloqueando poco a poco, pasarán muchas cosas. Es aquí donde puedes ver el verdadero poder de diosa que tiene Amaterasu, ya que es capaz de restaurar ciertas estructuras colapsadas, hacer cortes, crear lirios gigantes en el agua, hacer bombas de la nada, controlar el viento, el fuego, el tiempo… y la lista continúa. Cumplen excelentemente con su trabajo, porque no sólo son útiles la mayor parte del tiempo, es decir, que casi no hay habilidades que queden renegadas al olvido, sino porque también te hacen sentir tan poderoso como un dios, en un juego donde, justamente, eres un dios. ¿Quién lo diría?

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Suena bien en teoría, pero, ¿qué tan bien funciona la mecánica? Porque estamos hablando de realizar dibujos más o menos entendibles con un control de PlayStation 3. Me da gusto, pues, informarles que funciona bastante bien, al menos en lo que a mi caso respecta. Para empezar, los garabatos no son complejos – lo más complicado con lo que te vas a topar es con un espiral –, lo cual ayuda bastante, y el juego registra muy bien los patrones de los dibujos. Obtendrás los efectos deseados con tus intentos de círculos. Ahora, de ahí a que sea perfecto, tampoco hay que exagerar. Por mi parte, sí hubo dos que tres veces que el título confundió mis patrones y me tomó una cosa por otra o de plano no me registró nada. Lo único que puedo aconsejarte es que te esmeres en que los trazos más complicados sean lo más entendibles posible y ya con eso podrás llevártela bastante tranquila durante el resto del juego. Imagino que, si tienes PlayStation Move, la tarea de pintarrajear será mucho más sencilla, además de que no consumirás tinta de tu medidor si la riegas (porque sí: te puedes quedar seco un rato si andas dibujando bombas como degenerado).

Hablemos del combate con los enemigos. Las peleas contra éstos son bastante peculiares. No es como si pudieras ver a los monstruos en el campo e ir a echarles bronca. Las cosas aquí funcionan de manera distinta, pues en vez de un chango maniático o un demonio, verás un pergamino gigante vagando por ahí. Es algo parecido a un juego de RPG como Chrono Trigger, donde puedes ver a tu oponente antes de entablar el combate. Esta similitud se vuelve mayor cuando empiezan los madrazos y te das cuenta de que tu espacio para pelear se reduce únicamente a una pequeña área, ya que el resto del mundo estará detrás de un campo de fuerza que sólo desaparecerá cuando destruyas a tus adversarios o encuentres el punto preciso para romperlo y huir como cobarde.

Pero como yo sé que no estoy tratando con gallinas, les voy a explicar cómo está ese asunto de partirle su madre a los demonios. Amaterasu cuenta con tres diferentes tipos de armas, (además de sus habilidades con el pincel celestial con el cual podrá cortar a los oponentes, echarles bombas, hacer crecer árboles frente a ellos, etc.): reflectores, que son discos con buena velocidad de ataque y daño decente; rosarios, que funcionan como látigos de muy larga distancia y espadas, que pegan súper tozudo, aunque hay que estar bien cerca del oponente para herirlo. Puedes cargar con dos armas, una principal y una secundaria. La normal funciona como esperarías, es decir, te sirve para dar madrazos, pero la secundaria tiene un efecto distinto. Los reflectores funcionan como escudos que te protegen de ataques enemigos (si tienes buenos reflejos, incluso puedes aplicarles el Spinning Pile Driver de Zangief); los rosarios se convierten en proyectiles y las espadas dan golpes únicos que pueden dejar aturdidos a los enemigos o elevarlos en el aire para que les eches tus combos sin misericordia.

Empiezas tu aventura con un reflector únicamente, pero, como es de esperarse, conforme avanzas irás encontrando más instrumentos de destrucción. Claro que más nuevo suele significar que pega más fuerte, sobre todo cuando los mejoras con piscas de polvo dorado que puedes encontrar por ahí, pero esto no quiere decir que sólo porque encontraste un nuevo reflector debas tirar tu antiguo chirimbolo, puesto que los efectos que tienen como armas secundarias suelen variar. No es lo mismo escupir disparos singulares con un rosario a larga distancia a plantártele a un simio enfrente y echarle el escopetazo con otro.

Además de obtener nuevas armas a lo largo de tu aventura, también podrás ir aprendiendo nuevos movimientos en ciertos dojos. Esto lo logras pagando una módica cantidad de dinero por unas lecciones. La mayoría de ellos se reducen a aumentar uno o dos golpes a tus combos, es decir, aprenderás a golpear 4 veces seguidas con un reflector en lugar de sólo tres, pero eso no quita que haya algunas acciones curiosas que descubrir, como golpear mientras esquivas, un doble salto que causa daño y la posibilidad de poder echar el topo y la firma sobre tus enemigos. No, no es un eufemismo: literalmente podrás cambiarle el agua a las aceitunas en plena batalla.

Bueno, digamos que gana puntos por originalidad. No recuerdo que otra divinidad insultara a sus enemigos de tal forma…

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Pero, a todo esto, ¿qué tipo de enemigos son los que vas a enfrentar? Bien, pues podría responder esta pregunta con la palabra “demonios” y saltarme al siguiente aspecto del juego, mas creo que es necesario elaborar un poco sobre este punto.

Vas a vértelas con una gama muy amplia de esbirros. Hay ciertos tipos de enemigos que se reciclan de una forma u otra, pero dado que los modelos son diferentes, no es tan notorio. Todos los enemigos tienen algo llamativo, pues no se trata de hombres malos con cuernos, sino que verás simios que tocan algún instrumento musical, cuervos gigantes con rostros humanos, tortugas-teteras, grullas samuráis y mucho más. La gran mayoría son fáciles de eliminar, pero ya en partes avanzadas te toparás con oponentes bastante complicados que sí pueden llegar a hacerte la vida de cuadritos, más todavía cuando aparecen en manada.

Por supuesto, también existen jefes que derrotar. Ōkami tiene una saludable cantidad de villanos que, si acaso no son los más complicados de vencer, al menos sí son divertidos de enfrentar debido a que tendrás que hacer uso constante de tus técnicas con el pincel celestial para prevalecer. Un pormenor que no me terminó de convencer es que hay algunas batallas que se reciclan más de una vez, por lo que, obviamente, el enemigo pierde impacto y se siente repetitivo tener que batallar con los mismos patrones. Aun así, son bastante memorables, más aún por el diseño de los personajes, puesto que un jefe se las arregla de una u otra forma para sentirse amenazador.

Sin embargo, no hay tanto de qué preocuparse, ya que siempre puedes recurrir a tu inventario de cosas mágicas y darte una ayudadita extra. Resulta que Amaterasu puede cargar con un friego de talismanes y otro tipo de porquerías que le ayudaran en su aventura, que van desde huesos que le regresan un pedacito de vida hasta sake que aumenta su poder ofensivo. Estos accesorios los puedes comprar en los pueblos o hallarlos en algún cofre que te encuentres por ahí tirado.

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En cuanto a los acertijos que encontrarás en los calabozos y otros lugares no amistosos, suelen ser sencillos de resolver, pero son lo suficientemente creativos como para que descifrarlos sea divertido. Me atrevería a decir que la mayoría son educativos, ya que están ahí para mostrarte cómo es que se utilizan las diversas técnicas que irás aprendiendo.

Pero bueno, cuando Amaterasu no está barriendo el suelo con los demonios, se encuentra ayudando a sus creaturas. Como suele suceder en estos juegos, todo el mundo está pidiendo la ayuda de los dioses para que su negocio jale, que su granja dé frutos, etc., y como aquí sí puede intervenir físicamente, pues no está de más regar las plantas del pobre patán cuyo pedazo de tierra está más seco que un desierto. Este y otro tipo de misiones secundarias te darán puntos de adoración, los cuales son el equivalente de experiencia. Podrás intercambiar estos por contenedores de vida y tinta adicionales, por una bolsa extra de comida que te revivirá si se te acaba la energía una vez que la llenes y por más espacio en tu billetera. No sólo te conviene hacer las misiones secundarias por dichos puntos, sino porque también hay algunas que te recompensan con accesorios especiales o incluso una técnica oculta para el pincel celestial.

También, como ya mencioné, existen ciertos mini-juegos que te pueden entretener un rato si estás cansado de zapearte a la máquina sin misericordia. Puedes echarte unas carreritas con algunos aldeanos que quieren probar que le pueden ganar a un lobo a pie, por absurdo que suene, puedes ayudar a otros tantos a pescar, excavar en la tierra en busca de agua y demás. Están lo suficientemente bien hechos como para que, de vez en cuando, sí te des una vuelta para ver si puedes atrapar una ballena.

Personalmente, yo donde siento que más brilla Ōkami es en el departamento artístico. Visualmente, el juego es una maravilla, y es de aquellos que están bendecidos con un estilo no realista que hará que se vean hermosos por siempre. Al jugarlo, sentirás como si estuvieras viendo un dibujo Ukiyo vuelto a la vida, con una mezcla de Toon Shading y colores muy vivos. Es completamente japonés tradicional, profundamente sintoísta, algo que, como ya he dicho en alguna ocasión, es algo muy positivo de acuerdo a mis gustos.

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Los efectos igualmente son muy vistosos y detallados y tal cosa puede apreciarse desde simplemente ver correr a Amaterasu a medida que va dejando un rastro de flores tras ella. No son efectos espectaculares en términos técnicos, sino detalles de este estilo que juntos conforman la increíble experiencia que resulta de explorar Nipón. Incluso puede que llegues a utilizar tu pincel celestial sin ningún otro motivo que la curiosidad de ver qué tanto va a aparecer en la pantalla. Para no extenderme mucho más, terminare diciendo que, simplemente, Ōkami es uno de los títulos más apantallantes que he jugado.

El soundtrack del juego me parece fascinante. Todas las piezas son ejecutadas con instrumentos musicales tradicionales japoneses, así que constantemente estarás escuchando tambores Taiko, flautas Fue y otros tantos sonidos originarios de la tierra del sol naciente. Hacía tiempo que no pausaba un juego solamente para escuchar la música que suena al momento que entablas una batalla.

Los efectos sonoros, en su mayoría, están bien hechos y se escuchan claro. El problema de este juego, la única queja realmente grande que tengo, se refiere a las “voces” de los personajes. Y uno diría que una sola reclamación sería despreciable, pero en este caso no, porque de veras me cagan. ODIO que los personajes hablen con esos sonidos sin emoción, repetitivos y tan, pero tan molestos que provocan que me den ganas de perforarme los tímpanos nada más para librarme de ellos. Ya de por sí soy medio sordo – dudo realmente que estas mamadas hayan beneficiado mi condición. Hacen parecer las pseudo voces que aparecen en los juegos de Zelda como el invento del pinche siglo. A mí se me hace que los diseñadores decidieron que las voces de los personajes serían bien representadas por sonidos generados por computadora, pero nunca se sentaron a escucharlas, porque, me cae de madres, que si lo hubieran hecho, ¡hubieran puesto una puta opción para quitarle el volumen a toda la bola de imbéciles que no cierran el hocico!

“Pero Rafa,” dirán ustedes, “Estás haciendo demasiado drama por una cosa que sólo—”

¡TODAVÍA NO TERMINO! Mi enojo se debe, más que nada, a que los cinemas de este juego son eternos. No me molestaría verlos – porque me gusta la historia – si sólo se tratara de leer texto, pero como constantemente tengo que estar escuchando al pendejo de Issun hablar con ese remedo de vocecita, ¡créanme que es ligeramente irritante!

Cómo aborrezco a Issun. En nombre de la humanidad, cámbienmelo por Fi. ¡LA PREFIERO!

Felicia_sufriendo

…Ya me siento mejor. Tenía que decirlo.

Ōkami es un juego bastante largo. Te va a durar unas 40 horas, si nomás te lo pasas de volada; más si te pones a ayudar a todas las personas que puedas y a buscar todos los coleccionables que están ocultos, que son muy numerosos. Además de un New Game +, no hay otro incentivo de retomarlo salvo por vivir la experiencia nuevamente, lo cual, para mí, es más que suficiente aliciente.

Este es, sin lugar a dudas, uno de los juegos más entrañables que he jugado hasta ahora. Puedo ver de dónde viene el afecto que la gente tiene por él y por qué es considerado como una obra maestra. La suma de sus partes – un gameplay divertido y perene, un estilo artístico fascinante y música folklórica excelentemente ejecutada – lo convierten en un título que todo aquel que se diga aficionado a los juegos de aventura debe probar aunque sea una vez. Quizá no sea lo tuyo si quieres un juego que no escatime en acción y te dé recompensas inmediatas, pero de otro modo, recomiendo que pruebes Ōkami. Es un título maravilloso cuyo encanto durará por muchos años.

Ōkami es marca registrada de Capcom Co., Ltd. Esta reseña la terminé después de haber terminado el juego, con un total de 56 horas. La versión HD la pueden encontrar fácilmente en la PSN por un precio de $20.00 dólares o su equivalente en la moneda correspondiente a su país. Pesa alrededor de 6 GBs – quedan advertidos.