Naoki Urasawa es un autor que ya no necesita hacer nada más para inscribirse no sólo como uno de los más importantes representantes del manga actual, sino como una pieza fundamental en la historia de la literatura gráfica en su país. Sus series largas, como «Monster», «20th century boys» y «Pluto», han demostrado que es un maestro excepcional en el manejo de la trama y que se puede crear literatura gráfica seria, algo que no solemos ver tanto en el manga (aquí en occidente) ante la abrumadora oferta de shonen y shojo.

billybat2Justamente una de las líneas de «Billy Bat», su muy recientemente concluida serie larga, es que una vez mangaka, siempre mangaka. De modo que en 2008, cuando todavía se encontraba publicando «Pluto», comenzó con esta historia de un murciélago al más puro estilo Disney y el japonés-americano detrás de su creación. Iniciando en 1949, conocemos a Billy y su estilo caricaturesco de detective de cine negro casi al mismo tiempo que a Kevin Yamagata, un autor de cómic que se ve interrumpido cuando dos agentes entran en su estudio sospechando que su vecino de enfrente podría ser un comunista. Estamos a punto de entrar al macarthismo.

billybat3Good old years.

La premisa es un gancho limpio que nos atrapa a las pocas páginas sin caer en el cliché. Kevin, quien ya ha alcanzado cierta fama con su cómic de Billy Bat, es tangencialmente acusado de haber plagiado al personaje de un cómic japonés, reconocido por uno de los agentes que irrumpen en su estudio. Aunque podría parecer una acusación a la ligera hecha por alguien que no es precisamente muy conocedor de historietas, él empieza a dudar de sí mismo, sospechando que podría haber tomado inconscientemente un diseño ajeno cuando estuvo sirviendo como intérprete en Japón algunos años antes, por lo que no duda un segundo en viajar para tratar de descubrir cuánto hay de verdad en la historia de ese otro murciélago.

billybat4Si algo nos ha enseñado la obra de Urasawa, es que las más pequeñas coincidencias pueden esconder complejas conspiraciones, y que lo que empieza en un punto muy específico del universo puede llevarnos hasta los más extraños rincones. «Billy Bat» empieza con una acusación de plagio que no tarda demasiado en conceptualizar la idea del murciélago más allá de su papel cultural como una ilustración infantil, para luego volverse un déjà-vu de crímenes, un abanico de personajes y una intrincada declaración de amor al arte de la literatura gráfica. Con un arco principal que inicia a finales de los 40 y nos lleva hasta el año 2063, pero cuyas historias alternas no tomen arrastrarnos lo mismo al inicio de la vida en la Tierra o hacia las visiones más dramáticas de un futuro distópico. Hablamos de 165 números que son más de 3,000 páginas y un recuento vertiginoso de la humanidad a través de una historieta infantil.

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Enfatizando más que nunca la colaboración de Takashi Nagasaki como co-escritor (aunque ya había trabajado con Urasawa en el guión de «Pluto», en varias ediciones no se incluye su nombre), una pregunta obvia parece ser si estas aspiraciones tan épicas no sobrepasan los límites de lo manejable en una sola historia. Ocho años le tomó al autor publicarla por completo, el último número apareció apenas este pasado 18 de agosto, y pese a la confianza en el elaborado manejo del tiempo y las relaciones en sus historias, hacia la mitad de ese largo tiraje uno comienza a entrever que no todos los aspectos de la trama de «Billy Bat» podrán realmente resolverse.

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Hay pocas reseñas del manga, sin duda en parte por el hecho de que es muy reciente su conclusión, pero me sorprendió encontrar que fueran mayoritariamente positivas. Es cierto que la historia cuenta con todos los excelentes elementos técnicos a los que el autor nos tiene acostumbrados: personajes muy carismáticos con un excelente desarrollo personal, un ritmo cautivante, la capacidad de conferirle la importancia necesaria a cada uno de los elementos, fragmentos de trama que sin importar lo fugaces que sean son capaces de atraparnos por completo, un estilo visual impecable (que en este caso se complementa con los trazos infantiles de las secciones del cómic dentro del cómic). Y sin embargo, a sus 165 números les falta el vital entramado completo perfecto, el guión que es capaz de poner absolutamente cada pieza en su lugar y hacer que no haya absolutamente nada en ese universo cuyo significado no se haya revelado por completo.

Y «Billy Bat» no tiene eso.

billybat7Las fisuras son menores, pero cuando se han leído las impecables obras anteriores del autor es difícil pedir un salto de fe de más de 3,000 que no termina por acercarse a esa perfección. Además del hecho de manejar un tramo histórico tan extremadamente largo (que incluye la atención minuciosa a algunos momentos o personajes, mientras que otros desaparecen rápidamente), considero que uno de los principales problemas es que el propio Billy funciona como símbolo sólo hasta cierto punto. En la primera parte de la historia, tanto por el contexto temporal como por la trama de plagio de historietas, el murciélago es perfecto, incluso en sus más esquizoides presentaciones, y lo sigue siendo cuando empiezas a intuir que hay un misterio muy oscuro y fantástico detrás de esa inocente historia infantil. Pero cuando tenemos que ubicar exactamente a ese mismo murciélago (ni un trazo más, ni un trazo menos) en judea, en el periodo Edo, en la Rusia del futuro o en el espacio, llega un punto en que sencillamente no puedes tragarte que el gran código que puede interpretar (destruir, manipular, cambiar y todos los demás verbos) la humanidad es un imitador japo-americano de Mickey Mouse.

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Todo lo cual, claro, funcionaría totalmente distinto si estuviéramos hablando de otro autor, porque los grandes elementos de la historia siguen estando ahí para que los descubramos. Después, cuando tengamos más tiempo, cuando ya hayamos leído todo lo demás de Urasawa y podamos prescindir de un cierre perfecto.

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Ahora que, si no pueden resistirse a Urasawa (como yo), pueden comprar los tomos de «Billy Bat» en español en Amazon, Bookdepository o Planeta de Libros.