Siento que hace tres millones de años que no voy al cine, y que lo que vi entonces fue hace tanto tiempo que ya no tiene caso contarles por qué sufrí lo que sufrí viendo «Pacific Rim II». Así que, pasemos a otro tema, y les platicaré un poco de un género que se me ha ido juntando en los últimos tiempos y que además siempre puede resultar de lo más interesante y sorpresivo. Vamos con algunos documentales.

«Chasing coral», Jeff Orlowski

Desde que tengo noción de que el mundo se va a acabar y que lo primero de él que perecerá son los mares, sufro bastante. Si me imagino que la mayoría puede entender fácilmente el amor por un medio natural tan increíble como el mar, los siento particularmente cercanos siendo que crecí en una isla. Aunque otros documentales sobre cómo estamos arruinando el mundo tratan el tema tangencialmente (como el excelente «Racing extinction»), «Chasing coral» no sólo aborda directamente la cuestión de la acidificación de los mares y el efecto del cambio climático en este hábitat en concreto, sino que se propone un acercamiento científico/empírico para que nosotros, como espectadores no necesariamente conocedores del tema, podamos entenderlo de manera sencilla y dramática. Un equipo de especialistas (tanto de cuestiones marinas como de tecnología para grabar) eligen ciertas zonas de coral que sufren en ese momento de temperaturas inusualmente altas para grabar las mismas tomas a lo largo de un periodo de meses y ver los cambios que sufre este sistema.

Un documental puede ser tan bello como devastador, y al igual que muchas producciones de temas similares nos deja con la frustración lógica de sentir que estamos destruyendo tantas cosas a un ritmo tan acelerado. Está disponible en Netflix así que es una excelente opción para esos días en que queremos convencernos de que todavía podemos salvar el mundo.

«City of ghosts», Matthew Heineman

Si el documental es un género que puede prestarse muy fácilmente a la frustración, lo cierto es que parece que yo a propósito busco lo que más pueda indignarme socialmente. La ciudad de fantasmas es Al Raqa, Siria, ocupada por el Estados Islámico desde 2013 y corazón de un extremismo que asedió a sus habitantes más de lo que amenazó al resto del mundo. El documental sigue a algunos integrantes de Raqqa Is Being Slaughtered Silently, un grupo de activistas anónimos, reporteros civiles, que empezaron a cubrir desde dentro las verdades que el Estado Islámico ocultaba al inicio al resto del mundo. Masacres en las calles, ciudadanos temerosos que decían apoyarlo por miedo a las represalias, terrorismo interno y una ciudad y un país que iban destruyéndose desde dentro. Los activistas que vemos de manera directa han conseguido escapar a Europa, no sin sacrificios, y es por eso que ahora pueden dar la cara y hablar de frente, pero no porque hayan perdido por completo el miedo. Son muchas las cosas que siguen sucediendo y es mucha la gente que todavía tiene todo por perder.

Si bien puede tener en contra que no detalla tanto el conflicto de manera histórica como me gustaría, sobre todo que no estoy del todo familiarizada con la versión interna, su perspectiva humanitaria y de periodismo resulta especialmente impactante al tener lugar en un contexto tan complicado como es el conflicto en Siria. Y aunque es un documental de 2017, deja la sensación de que muchas cosas más han pasado desde entonces y nos falta todavía más por conocer al respecto.

«The death and life of Marsha P. Johnson», David France

Siguiendo con temas que me pueden indignar y con Netflix encontrando su nicho en documentales de crímenes sin resolver: crímenes de odio. Marsha P. Johnson puede ser un nombre que actualmente no nos resulte tan conocido, pero fue una importante activista de los movimientos de liberación homosexual de los años 60 a los 90, antes de morir en más que extrañas circunstancias.

El documental inicia con Victoria Cruz, defensora de víctimas de crímenes de odio y también mujer transgénero que antes de jubilarse quiere resolver un crimen que la marcó profundamente cuando era joven: la muerte y probable asesinato de Marsha P. Johnson, conocida por los círculos que frecuentaba y figura icónica no sólo del ambiente gay sino como apoyo de jóvenes transgénero que atravesaban por momentos difíciles de sus vidas. Entre los sospechosos aparece la mafia, la policía, personajes que querrían vengarse de personas cercanas a ella. Muchas tramas a las cuales seguir pero poca evidencia concreta de la cual poder agarrarse.

Un documental que nos transporta a una época de la que no necesariamente conocemos todos sus entresijos y a una magnética figura que se fue perdiendo en las páginas de la historia.

«Going clear: Scientology & the prison of belief», Alex Gibney

¿Qué más nos falta para indignarnos? Seudo-religiones. La cienciología justamente es de esas creencias que sabemos que debemos de tener cuidado con ellas, pero no necesariamente sabemos por qué. Entre el chisme y la realidad, «Going clear» es un documental bastante cuidadoso que va dando cuenta de su historia, desarrollo y la complejidad que toda creencia (irracional o no) conlleva. Por medio de entrevistas a personajes que lograron escapar por diferentes motivos y en distintas circunstancias, se va armando un posible panorama de lo que sucede dentro pese a su profundo hermetismo. Si muchas de las ‘leyendas urbanas’ que hemos escuchado al respecto pueden sonar bastante escalofriantes, resulta todavía más perturbador escuchar algunas otras (o incluso confirmar lo que habíamos escuchado) de personas que las vivieron.

Si la propia historia de cómo se configuró como una religión es ya de por sí bastante delirante, las cosas no hacen sino ponerse más raras. Y crueles y tristes e indignantes en muchos momentos.

«El alcalde», Emiliano Altuna & Diego Enrique Osorno & Carlos Rossini

Y bueno, que 1 de 5 no sea necesariamente indignante. Más allá de que la situación en México es ya bastante indignante de por sí. El alcalde es Mauricio Fernández Garza, presidente municipal en tres ocasiones de San Pedro Garza García, Nuevo León, uno de los municipios más ricos de América Latina y quien decidió tomar en sus propias manos la cuestión del crimen organizado.

Lo cierto es que la premisa no podría resultar más interesante, teniendo un poco de contexto de la situación nacional y desconociendo el caso particular, además de que la sinopsis incluía algunas referencias a su fortuna, a «Ciudadano Kane» y a algunos otros detalles que parecían sólo abrir bocado.

La principal fuerza del documental es, sin duda, la presencia de Mauricio Fernández Garza frente a cámara, y algunas anécdotas muy precisas y muy bien documentadas que parecen mostrarlo como una suerte de ‘El padrino’ que no va a permitir que pase nada si no es con su permiso. En su contra tiene que justo depende más de estas imágenes que de armar un contexto más complejo que nos permita entender su papel y su posición más allá de ciertos momentos muy específicos. Y, viendo que se trata de un documental de 2012 y viendo que no hay demasiada repercusión a la fecha, no podemos sino suponer que gran parte de su encanto se queda únicamente en la leyenda.