Sé que parece que no veo nada de animación. Y tristemente lo hago mucho menos seguido de lo que me gustaría. Pero de vez en cuando toca, y de hecho hace algún tiempo me tocó un pequeño maratón del bien amado Takahata, que con justa razón encabeza esta lista.

«Pompoko», Isao Takahata

La gran pieza que me faltaba de Takahata y un recordatorio precioso de que siempre queda algo por ver. Aunque no dudaba en absoluto de su maestría, me intrigaba qué podría hacerse con una película de mapaches, tal vez sin pensar demasiado en el contexto mitológico de este animal en el imaginario japonés, muchas veces opacado por otros animales (como los zorros, que también se pasean por pantalla).

Compartiendo retórica con Miyazaki, en esta cinta Takahata nos presenta una poética defensa del medio ambiente y de las tradiciones locales, representada por medio de una guerra entre tanukis (el tipo de mapache japonés, conocido como perro-mapache) y los humanos que quieren construir en sus bosques. La particularidad del tanuki sin duda aporta un ingrediente indispensable para distinguir esta historia de cualquier otra representación de ser mitológico vs humanos, ya que se trata de criaturas que pueden pasar de la sabiduría a la flojera, del vicio a la astucia (moderada) y sobre todo que tienen una cualidad de transformación que al mismo tiempo no termina de definirlos por completo (no son los más hábiles guerreros).

Con toda y su comedia y su tono infantil (al final son mapaches antropomorfos), es una épica poderosa y bella. Graciosa y deslumbrante. Y una oda preciosa a las tradiciones japonesas sin la necesidad de revestirlas de misticismo y exageraciones. Aunque en Occidente Takahata aparece casi siempre a la sombra de Miyazaki, basta adentrarse en su filmografía para saber que fue/es un pilar imprescindible para Studio Ghibli.

«The boss baby», Tom McGrath

En su momento me pareció una premisa inentendible. Sobre todo, si uno no se interesa demasiado por averiguar de qué va la película, parece surreal que sólo uno de los tantos bebés tenga un traje, la voz de Alec Baldwin y actúe como si fuera el jefe. Mientras que el resto del mundo parece una familia relativamente normal. Tampoco tenía demasiado interés en verla, aunque algunas personas me la habían recomendado, de algún modo negándome a creer que un proyecto de esta naturaleza pudiera resultar especialmente bien.

Y ajajajá, no será la primera vez que me tenga que tragar mis palabras en el género de la animación. La premisa realmente es surreal, incluso explicada, pero se inserta en un mundo que ya nos ha cautivado desde un inicio sólo con la introducción de Tim y su comprensible temor a tener que compartir el cariño de sus padres con un hermanito. Un hermanito que llega con traje, maletín y muy mala leche a dar órdenes en la casa.

«Boss baby» es absurdamente divertida, ingeniosa y original. Con una animación bastante cuidada, aunque al primer vistazo pueda parecer que no destaca demasiado (tiene un par de secuencias distintas que son increíbles) y un excelente reparto de voces que ponen la cereza en el pastel. Porque obviamente ese jefe-bebé tiene que hablar como Alec Baldwin, de otro modo no veo cómo funcionaría (de hecho no sé cómo va a funcionar la serie de televisión sin él). Si temían (o sospechaban) como yo, no lo hagan más y caigan en sus garras.

«Los Increíbles 2», Brad Bird

Yo juraba que ya había reseñado esta película, pero tal parece que sólo sucedió en mi cabeza. Me encantó en su momento la primera parte, pero no estaba muy segura de que realmente mereciera una continuación, sobre todo tantos años después. Y con todo y que volví a disfrutarla, tampoco me parece que la temporalidad aporte mucho más a la historia (aunque asumo que la explicación, como suele suceder, es que todos esos años sólo se estuvo a la espera de la idea).

En mi vida ya pasaron 14 años pero en la de la familia Parr parece que fue ayer que estaban combatiendo el crimen en la primera parte. Antes de dejar de hacerlo, volverse de nuevo una familia aburrida que vive a la sombra de sus superpoderes. Eso hasta que aparecen los hermanos Deavor y les hacen una propuesta que no podrán rechazar, sobre todo la Mujer Elástica.

A mí Pixar y su modalidad más superhéroica me gana muy rápido, y la cinta tiene pinceladas de lo más interesantes respecto al mundo de los superhéroes estilo clásico. Un buen villano, un montón de super-personajes fugaces. A eso se le suma la parte más pensada que es la de la dinámica familiar en una familia atípica en una situación atípica. Además de Jack-Jack que es la gran atracción.

Y sin embargo no puedo evitar preguntarme si todo esto no hubiera funcionado mucho mejor hace algunos años. Algunos varios años. Y si Pixar tiene la necesidad de estar sacando secuelas, aunque sea de historias tan amadas como «Los Increíbles» (y casi todo lo que hace, claro).

«Your name», Makoto Shinkai 

La recomendó todo mundo. Todo mundo. Algunos incluso la pintaron como la gran película de animación japonesa que todos estábamos esperando. Y yo sospeché, porque Makoto Shinkai funcionó muy bien en algún momento de mi vida pero no ha vuelto a hacerlo desde entonces. Y «Your name» se veía demasiado como su tipo de película. Y obviamente, lo es.

Por lo que veo, además, está basada en su propia novela. Que tiene un tema que, aunque es muy típico de comedias absurdas estadounidenses, ha sido adoptado por la cultura japonesa con sus debidas particularidades. Mitsuha y Taki son dos jóvenes muy opuestos que descubren que cada cierto tiempo, por razones misteriosas, amanecen en el cuerpo del otro. Ella es una chica que vive en una población rural y se dedica al shinto como casi toda su familia; él es un chico de Tokio que trabaja medio tiempo para pagarse sus estudios. Al principio nada del intercambio queda demasiado claro, pero pronto descubren cómo comunicarse y tratan de entender lo que está sucediendo.

Aunque debo aceptar que no es remotamente tan cursi como «El jardín de las palabras», Shinkai tiene ese toque de miel que para mí corre siempre el riesgo de ser demasiado. «Your name» sin duda representa un avanece en su carrera, a la cual le ha ido bastante bien, y es algo que luce tanto en su animación como en todos los detalles artísticos (pasando por un clímax increíble en el aspecto visual). Aunque Mitsuha y Taki parece que puedan llegar a ser personajes insoportables, en realidad la libran bastante bien, incluso pese a la amenaza de miel.

Pero, se imaginarán, difícilmente va a ser la cinta de animación japonesa que había estado esperando en mi vida.

«Goshu the cellist», Isao Takahata

Abrimos y cerramos con Takahata porque merece eso y más, en este caso con una bella fábula que apenas llega a la hora pero que ya desde 1982 daba muestras de lo que podíamos esperar de él (fue de sus primeros largometrajes).

Goshu es chelista en la banda local de su pueblo, pero no es particularmente bueno y el director de orquesta suele regañarlo por entorpecer el trabajo de los demás. Apasionado por la música, decide practicar por las noches para mejorar. Es entonces cuando, a modo de fábula, cada noche se le va apareciendo un animal diferente, quien a su manera le enseñará algo distinto sobre la música, aunque Goshu se quede con la impresión, cada noche sin dormir, que ha perdido el tiempo hablando con animales que sólo quieren interrumpirlo.

Aunque es una cinta casi inocente, las metáforas no están construidas en balde y la seriedad con la que se aborda la trama corta es verdaderamente bella. Considerando que Takahata venía de trabajar en «Heidi» y otras series, sin duda ya tenía nominado el aspecto de presentar historias en apariencia sencillas y superficiales que en realidad están llenadas de significado.

Y es que sin duda la vida y obra de Takahata merecen ser celebradas constantemente, y cada una de sus piezas son increíbles recordatorios de toda la magia que nos dejó.