Este título fue desarrollado por Rare y distribuido por Nintendo. Salió a la venta en 1998 y se consolidó como uno de los mejores juegos de plataforma para la consola, lo cual es mucho decir, porque el Nintendo 64 estaba REPLETO de títulos de este género. Esto es algo que el grueso de la población que tuvo Nintendo 64 sabía. Pero, ¿qué tan bien ha envejecido con el paso del tiempo?

Empecemos con la historia: un buen día, Gruntilda, una bruja escaldufa, le pregunta a su caldero mágico si es la más bonita de la región, a lo cual el caldero contesta lo obvio: que está bien pinche fea y que hasta una osita llamada Tootie es menos pinche fea. Entra en acción la lógica del típico científico loco y Gruntilda decide raptar a Tootie para hacer un intercambio de belleza – o la falta de la misma – con un artefacto que bien pudo haber sido ideado por el Dr. Chunga.

¡Les presento el Dispositivo Reposicionador de Rasgos Faciales, Corporales y Juveniles!

¡MUA-JA!

Y siendo Tootie la hermana menor de Banjo, éste se lanza a su rescate acompañado de su mochila-pájaro Kazooie.

El juego que seguramente les vendrá a muchos a la cabeza al momento de empezar a jugar Banjo-Kazooie es Super Mario 64, y con razón, ya que ambos títulos comparten muchas similitudes. Para empezar, ambos están divididos en diversos niveles a los cuáles sólo puedes acceder a partir de un área central. Una vez dentro de estos niveles, tu objetivo es recolectar ciertos objetos para poder seguir progresando – estrellas en Mario 64 y piezas de rompecabezas en Banjo-Kazooie.

Al igual que Mario, el oso y el pajarraco tienen una cantidad de movimientos bastante respetable, pero cuando empiezas el juego, lo único que puedes hacer es correr y saltar. A lo largo de tu búsqueda, te toparás con un topo llamado Bottles – o Botellas en región 4 – que te enseñará nuevos movimientos, como escupir y cagar huevos, caer de sentón, usar accesorios para aumentar tu velocidad o cruzar áreas peligrosas, y hasta volar… De hecho, ahora que lo pienso, casi todos los movimientos los realiza Kazooie, cosa que convierte a Banjo en el protagonista más huevón y comodino de la historia.

“¡A correr, esclava! ¡Y sin rezongar!

¡Mis juanetes desproporcionados te lo ordenan!”

Una de las diferencias que tiene este título respecto al del plomero es que el número de coleccionables aquí es mucho mayor, y todos los vas a utilizar. Cada nivel tiene 10 piezas de rompecabezas que tienes que encontrar; 5 pájaros raros de colores que rescatar (los cuales, una vez que los tocas a todos, te dan una pieza de rompecabezas); cráneos de aluminio; notas musicales; hexágonos de miel que, una vez que consigas 6, te aumentarán tu barra de energía en una unidad, y otras cuantas cosas que pueden servirte como municiones para tus movimientos especiales… más adelante hablaremos de eso.

De todos estos objetos, los más importantes son los rompecabezas dorados y las notas musicales. Para poder abrir los mundos, tienes que armar ciertos cuadros que consumirán tus preciados trofeos, así que mientras más encuentres en un mundo, mejor. En todo caso, los rompecabezas no son (la mayoría) difíciles de conseguir, más que nada porque muchos están colocados en una disposición muy similar a lo largo de los niveles: hay uno en el punto más alto, el que te dan los pájaros de colores, uno más que consigues haciéndola de chambitas para uno de los personajes amistosos del área, resolviendo el acertijo que hace miles de años nadie había podido descifrar – cuya respuesta obviamente es Banjo-Kazooie –, etc.

Lo que sí puede resultar una lata son las desgraciadas notas musicales. Hay 100 de éstas en cada nivel y son vitales para adentrarte más en la guarida de la bruja – el área central – y poder descubrir más niveles, pues hay puertas que requieren tengas un mínimo de notas musicales acumuladas de todas las áreas que has visitado para poder abrirlas. Agarrarlas todas está cabrón, porque hay algunas que están muy bien escondidas o colocadas en lugares difíciles de acceder; y lo peor es que si te mueres, las notas regresan a su estado “default”, por lo que tendrás que agarrarlas otra vez… Pero no se preocupen: las puertas que te piden un número de notas musicales tampoco exigen que agarres absolutamente todas las notas del nivel; aunque sí te las vas a tener que arreglar para juntar al menos unas 50 por área.

El resto de los coleccionables son consumibles que vas a estar gastándote todo el tiempo, como los dichosos huevos; plumas rojas que te sirven para elevarte mientras vuelas; las doradas que te dan un momento de invulnerabilidad, y los cráneos de aluminio, que en realidad es dinero que le vas a pagar al súper chamán Mumbo Jumbo para que te transforme en diversas criaturas, como una termita, un cocodrilo y hasta una calabaza.

Banjo-Kazooie no es un título realmente difícil. Te puede hacer la vida de cuadritos ya por el mero final, pero fuera de eso, los rompecabezas son fáciles de conseguir y, a menos que seas un obsesivo compulsivo como tu servidor y no estés satisfecho hasta no ver que ya tienes las 100 notas musicales en tu poder, progresar a las partes más recónditas de la guarida de Gruntilda es relativamente fácil, sin mencionar que los enemigos que aparecen a lo largo de todo el juego pueden ser eliminados sin mayor dificultad. Incluso los jefes que aparecen en algunos niveles son una broma.

Ah, pero eso sí: que el juego sea sencillo no quiere decir que no sea divertido. El diseño de los niveles es excelente y jugar cada uno es toda una experiencia. No hay ni 2 que se parezcan. Vas a pasar de una playa con un barco pirata a una montaña nevada con un muñeco de nieves gigante en el centro y terminarás encerrado en una mansión embrujada. Y claro, el buen diseño no se limita a que los mundos se van bonitos y ya, sino que cada área del nivel te pone a que hagas algo para agarrar alguno de los cachivaches que ya mencioné.

Obviamente mi vieja mula ya no es lo que era y el juego no impacta ni tantito hoy día, pero en su época, era de los que mejor calidad gráfica tenía, así como un excelente trabajo de texturas. Lo que hasta la fecha sí se mantiene poca madre es el diseño de personajes. Nomás hace falta verlos por un segundo para darte cuenta que estás jugando un título hecho para niños, porque TODO tiene ojos y TODO habla; sin embargo, todos son muy divertidos y te vas a encontrar con cosas tan locas como un tiburón gigante de metal que, curiosamente, la primera vez que lo ves sí puede sacarte un pedo por el tamañote que tiene. Lo único que sí puede llegar a ser irritante es que todos los personajes hablan con el mismo dialecto de cavernícola.

“Yo, Tarzán. Enseñar a tiburón horrendo a bien hablar.”

“¡Clanker estar impresionado con pectorales de Tarzán!”

El sonido para este juego está compuesto, en gran parte, por efectos sonoros que aparecen en varias caricaturas, lo cual va perfectamente con el tono del juego. Los personajes no hablan en sí, pero cada uno tiene un sonido único que hace cuando su diálogo está en pantalla. Quizás el más molesto es el de la bruja, que parece un perico tratando de mentarte la madre y que lo vas a estar escuchando a cada rato.

Pero lo que se lleva el premio es la música del juego. Puede ser que algunas tonadas te gusten y puede ser que otras no; lo que es innegable es que todas son pegajosas a más no poder. Si hay alguna que te cague la madre, va a ser peor, porque la vas a traer atorada en la cabeza y no vas a poder sacártela. Realmente RARE hizo un trabajo estupendo con las tonadas de todos los mundos que además van cambiando dependiendo de si estás o no bajo el agua, dentro de una cueva o algún otro lugar encerrado; estos cambios sutiles completan una fórmula excelente que le da variedad y un sabor único a este título.

Banjo-Kazooie tiene una buena duración. En total son 10 niveles a terminar – incluyendo el área central – y cada uno no te va a durar más de una hora. El nivel de rejugabilidad depende enteramente de qué tanto hayas disfrutado el juego como para terminarlo otra vez (porque nada cambia) y de tu espíritu de coleccionista, por si quieres obtener todos los coleccionables. Fuera de eso, el juego no te da ningún incentivo para que lo retomes.

Aun así, Banjo-Kazooie sigue siendo un título lo suficientemente divertido como para jugarlo. Es un platformer bastante entretenido que puede significar un respiro en esta generación retacada de shooters y títulos con temáticas más “adultas”. Si tienes ganas de jugar algo con una trama muy ligera y solo tienes ganas de pasar un buen rato, Banjo-Kazooie es una buena elección.

Banjo-Kazooie es marca registrada de Rare Ltd. y Microsoft Studios. Realicé esta reseña después de terminar el juego con el 100% de progreso en mi Nintendo 64 (¡todavía funciona bien!). Actualmente, pueden encontrarlo fácilmente en el Xbox Live Arcade por un precio de 1200 Microsoft Points (el equivalente a 15 dólares).