¿Qué están tratando de vendernos con «Iron Man 3»?

Hace 5 años, la primera parte de la saga de «Iron Man» consiguió lo que pocos esperaban que pudiera suceder: equilibrar la balanza entre las producciones de Marvel y DC. Una competencia implícita que no necesitaba mucho más que «Batman» para decidirse a favor de DC. El manejo de las producciones de los X-Men y Spider Man habían demostrado no estar a la altura, sobre todo con Christopher Nolan entrando en la ecuación. Y de todos los posibles personajes de los que Marvel podía colgarse para tratar de recuperar un poco de terreno, ¿alguien habría apostado por el no demasiado popular *hombre de hierro*?

ironman32Robert Downey Jr. tampoco es que estuviera en su mejor momento, Jon Favreau realmente no tenía ninguna gran pieza que lo respaldara como director, y Iron Man en sí mismo podría haber parecido como un personaje no especialmente afortunado. Y quizá de toda esa serie de factores adversos es que surgió la magia, y Tony Stark no sólo demostró ser un personaje, un superhéroe y una franquicia más que rentable, sino que consiguió un estilo que resultaba fantástico para el género. En lugar de preocuparnos por hombres con traumas, con estructuras mentales hiper-rígidas, con relaciones problemáticas con la sociedad y el largo etcétera que constituye el sudario de tantos super-tipos, Stark era un playboy millonario (a tiempo completo, no como la conveniente fachada de Bruce Wayne) con suficiente tiempo libre, inteligencia y pocos escrúpulos como para no dejar de ser él mismo mientras era, al mismo tiempo, una super-máquina.

Es como si Lex Luthor optara por la filantropía y el entrenamiento ninja (sin renunciar a las nenas y el alcohol) en lugar de obsesionarse con ser malo malo (que tampoco tiene nada de malo, no estoy yo para quejarme de Luthor como super-villano).

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Tienes que relajarte un poco, Lex.

Y bueno, lo vimos convertirse en Iron Man, lo vimos coquetear con la muerte en la segunda parte, conquistar y ser un patán sistemáticamente con Pepper, resistirse a los encantos de Scarlett Johansson, pelear con otros tipos-máquina, y ser muy Tony Stark. Y viene el tercer round.

¿Vieron el trailer? ¿Vieron ya la secuencia que abre la tercera película? ¿En qué momento trataron de convencernos que después de todo Tony Stark era un personaje serio? No se supone que esto sea «The Iron Man Rises», ¿verdad?

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¿Verdad?

Tony Stark no puede dormir. Lo cual, como siempre, es una muestra más de su inestabilidad y de lo poco que deberíamos confiar en él. Por suerte ya hay un Iron Patriot que es la versión seria, que da la cara por Estados Unidos. Quiere ser mejor pareja para Pepper pero, como siempre, no se le da especialmente bien. Guy Pearce al principio es muy feo y luego es muy guapo (o algo así) y tiene un rollo científico medio extraño que involucra métodos no muy morales sobre cosas muy científicas. Ni Stark ni Peppers apoyan mucho eso, por diferentes motivos. Luego está El Mandarín, que no es particularmente chino, sino algo así como una encarnación extravagante de los terrores árabes estadounidenses. ¿Estamos en una nueva guerra fría? Bueno, mézclese todos los ingredientes y ¿qué es lo que obtenemos?

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Un chingo de Iron-Mans.

La película empieza y rápidamente se siente algo diferente. No sé si podría decirse como ‘que algo está mal’ pero sí que algo no está del todo bien. Lo cual se siente durante gran parte de la primera mitad de la película y que yo atribuyo a que no está dirigida por Jon Favreau, encargado de las dos primeras. ¿Por qué esa decisión? ¿Por qué no terminar la saga que técnicamente construiste desde las cenizas? La explicación parece bastante mundana ya que Favreau declaró que prefería limitarse a su papel de Happy Hogan (que, no voy a spoilear nada, pero no mames, Favreau) y divertirse más que preocuparse por la producción. Pues muchísimas gracias.

Si consideráramos las películas en base a sus puntos positivos y negativos, llegaríamos a la conclusión de que la calidad de la saga se mantiene en un nivel que se presta a la subjetividad, donde cada quien podría preferir ciertos elementos o ciertas historias por encima de las otras, sin que ello demerite a las otras opciones. Incluso dentro de las dos primeras películas hay varios momentos y decisiones argumentales que no me parecen las más apropiadas, pero lo que consigue la dirección de Favreau es que incluso con sus irregularidades, el producto final resulte sólido, coherente, arrastrando al espectador dentro del torrente de la acción de modo que termine por perdonar, en cierta manera, los posibles puntos flacos en favor del contundente golpe de la historia. Esto sin perder el estilo desenfadado, que claramente no busca darnos más de lo que promete: una cinta de acción, superhéroes y humor con un buen toque. Esto, por desgracia, parece el primer punto en contra de Shane Black, su sucesor, quien tampoco cuenta con una filmografía que nos haga confiar precisamente en él. Y cuyo manejo de la situación me hizo sentir durante una parte importante del metraje que no sabía hacia dónde iba (ni él ni yo): ¿por qué está Stark atravesando por esa etapa? (¿me importa?), ¿por qué hay tantos robots por todos lados? ¿por qué todo sale mal? ¿está el gobierno de Estados Unidos tratando de venderme propaganda anti-musulmana disfrazada de película de Marvel? ¿qué carajos hace ahí ese niño? ¿acaban de meter un chiste a la fuerza? ¿hay alguien en esta película que tenga un plan (cualquier plan)?

Si el chiste era que yo me sintiera tan perdida como Iron Man, creo que lo consiguieron (creo), y entonces hacia la mitad nos damos cuenta de por dónde va la cosa (¡ahhh!) y es entonces que la película vuelve a comenzar para nosotros, los personajes realmente toman sus posiciones y empezamos realmente a hablar de «Iron Man 3».

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(¡¿Que El Mandarín no era Ken Watanabe?!)

Todo lo anterior puede sonar a queja caprichosa. Y lo es, o lo fue, al menos durante una parte importante del metraje. Lo cual no tiene nada que ver con que la película sea, al igual que las otras, tan entretenida y rentable, sino que incluso tiene elementos que me parecen importantemente mejores que en las anteriores. Por una vez tenemos super-villanos complejos más allá de sus motivaciones inmediatas y sus artefactos. No sólo son mucho más *realistas* sino también de sobra más inteligentes que en las predecesoras. Y el *plan malvado* alrededor del que gira gran parte de la trama está mucho mejor orquestado, es más épico y sin duda tiene una razón de ser mucho más clara, que las aspiraciones anteriores de «¡yo también quiero un traje de hierro!». Todo ello, aunado a una serie de giros argumentales, el carisma propio de Stark, una apropiada dosis de humor, y una realización técnica adecuada, consiguen que la segunda parte de la película realmente resulte tan impresionante como seguro tenían planeado desde el inicio. Supongo que esa era su parte de *rises* que guardaban muy hábilmente como as bajo la manga.

Por desgracia algunos de los puntos negativos también son más evidentes que nunca, siendo el principal a destacar el personaje de Pepper Potts. Te odio, Pepper Potts.

ironman39Antes que nada, ¿por qué dejó de ser pelirroja? ¿Les dio miedo tener en la segunda a dos pelirrojas y que todos, por sentidísimo común, prefiriéramos a Scarlett Johansson? ¿Todo era un plan para querer hacer ver a Gwyneth Paltrow más interesante de lo que todos sabemos que es? Si de por sí siempre me ha parecido una actriz sin sal, era sobrellevable como pareja dispareja de Tony Stark porque no se involucraba demasiado en la historia. Sí, sí, ya sabemos que es la chica Stark y que el playboy ha decidido sentar cabeza (de entre todas las mujeres que caerían rendidas ante su encanto y su dinero) por ella, sólo por ella. Uo uo uo. No tiene que hacer mucho más, y no suele hacer mucho más que besarlo al final (awww). Pero no, al parecer el Frente Feminista Pro Iron Man decidió que quería más Potts y que en esta tercera entrega la vamos a encontrar hasta en la sopa. Pues muchísimas gracias.

Por suerte Ben Kingsley (¿cuándo no?) y Guy Pearce consiguen aliviar el mal sabor de boca con sus buenas actuaciones y sus excelentes personajes. De Robert Downey Jr. no tengo qué decir nada, cumple con todo lo que ya esperábamos de él. Que, por cierto, ¿soy yo o Guy Pearce está envejeciendo de manera un poco extraña? Lo veo aquí y me cuesta ver en él al joven de «Memento». O al maravilloso travesti de «Priscilla, Reina del Desierto». Que, una vez más, no es que vaya a quejarme precisamente.

Y sí, seguro todo esto sigue sonando a queja caprichosa. No tengo que decirles que «Iron Man», haciendo honor a su saga, es una buena película de superhéroes y una buena película de acción. Incluso tiene momentos (y elementos) gloriosos. El problema es, para mí, que no resulta ni tan redonda ni tan enteramente contundente como sus predecesoras, aunque hayan sido a niveles menos complicados. No siempre puedes ganar, Tony Stark. Creo.

¿Volverá «Iron Man» con una cuarta película? ¿Sin Pepper, tal vez? Mientras se confirma o no, al menos podemos medio confiar en qué producción volveremos a verlo. A ver si Joss Whedon no nos falla en ésta.

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Gracias, fans, por hacer estas cosas (creo).

«Iron Man 3» es una película estadounidense del 2013 dirigida por Shane Black («Kiss Kiss, Bang Bang», guionista de «El último boy scout», «Arma letal» (1, 2, 3 y 4)) y protagonizada por Robert Downey Jr. (las anteriores de la saga, «Sherlock Holmes» (1 y 2), «A scanner darkly»), Gwyneth Paltrow («Seven», «Grandes esperanzas», «The Royal Tenenbaums»), Ben Kingsley («Gandhi», «La lista de Schindler», «Sexy beast»), Guy Pearce («Memento», «The hurt locker», «L.A. Confidential») y Don Cheadle («Crash», «Hotel Rwanda», «Boogie nights»). Tiene 8 estrellitas en imdb pero eso es porque acaba de estrenarse y la gente se aloca, seguro bajará en unas semanas. Y ya saben, está en su cine más cercano.