Fantasmas blancos de cabellos-telaraña. Niños haciendo ruidos como gatos, máquinas averiadas. Japón, el reino del terror contemporáneo, o quizá el país con la mayor densidad de espíritus y maldiciones por metro cuadrado.

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Desde hace ya algunos años, a raíz del boom del J-Horror, la perspectiva nipona del terror ha pasado por los estadios de ‘esto es cosa seria’ al ridículo de algunas de sus recientes producciones o remakes. El terror siempre ha sido un género que se presta a la comedia cuando uno no entra en el universo ficticio donde tiene lugar y donde las leyes física se traducen en un ‘todo es posible’. Podemos atemorizarnos por la idea de que haya jóvenes y pálidos espíritus escondidos en cualquier oscuro rincón, o quedarnos perplejos ante su extraña y reiterada estética.

seedsofanxiety3Necesito el número de su estilista.

Lo que queda más que claro es la sincera pasión que siente el público japonés por su tradición de horror, que en la actualidad ha mezclado de manera bastante efectiva las leyendas y figuras clásicas con sus nuevos relatos urbanos. Componiendo un universo que se mantiene fiel a tradiciones milenarias pero que da una sensación de cercanía, de posibilidad siempre presente. Una especie de ‘lado oscuro’ que aflora con suficiente frecuencia en una abrumadora cantidad de películas, programas de televisión, mangas, aplicaciones y un inimaginable número de otras creaciones bizarras.

seedsofanxiety4Porque todo puede suceder en Japón.

La concepción de «Fuan no Tane» o «Seeds of Anxiety» (pronúnciese «Semillas de Ansiedad» con acento español) parte de la sencilla premisa de coleccionar y catalogar una serie de comentarios urbanos con elementos de terror. El autor, Masaaki Nakayama, cuenta hacia el final de la primera serie que sus ideas nacen de lo que le han comentado un amplio número de personas a lo largo del tiempo, concluyendo con la única anécdota remotamente paranormal que él mismo experimentó alguna vez.

seedsofanxiety5Puede sonar como la típica premisa de un millón de antologías de género, desde las series coreanas de leyendas antiguas hasta ciertas producciones de Televisa, pasando por todas las reuniones nocturnas de adolescentes interesados en el ocultismo. Historias de terror, repitiéndose hasta el infinito con la esencial diferencia de su origen. ¿Qué les da miedo a los japoneses? Hemos visto tantas de sus películas pero ¿lo sabemos?

Sin embargo hay dos elementos clave que marcan una profunda diferencia, si bien no demasiado evidente, entre «Seeds of Anxiety» y cualquier otro punto de referencia que se les pueda ocurrir. La primera, y más notoria, es que no se trata propiamente de ‘historias’, relatos que sigan la estructura clásica de inicio, problema y solución. Como mencioné antes, en la mayoría de las ocasiones se trata de ‘comentarios’, promesas de historias, imágenes que giran alrededor de un hecho anormal y que a veces se consumen en ese mismo punto. En lugar de la seguridad y el orden que nos transmiten las leyendas estructuradas, donde seguimos al personaje, lo conocemos, nos acercamos a su problema y al resultado final, aquí sólo nos queda el caos y una desazón de no estar seguros siempre de lo que sucede. Con una extensión variable pero que en muchas ocasiones no excede de un par de páginas, la historia a veces puede ser tan vaga como: vas caminando de noche, ves una figura saltar desde el techo de un edificio, justo cuando estás a punto de llamar a la policía te das cuenta que no se ha escuchado la caída y que la silueta vuelve a dibujarse contra el cielo, al borde del precipicio.

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Lo que para muchos es un intento de asustar al lector que nunca termina de consumarse, dada la fugacidad y la debatible falta de consistencia de las tramas, es en realidad el fiel acercamiento al sentimiento que rige la línea editorial del manga: la ansiedad.

seedsofanxiety7Si bien nos encontramos claramente ante ‘historias de terror’ ese no es precisamente el sentimiento al que la lectura alude. No se trata tanto de *asustar*, una emoción que por sí misma es bastante difícil de conseguir, tanto como de inquietar, agitar, angustiar. Su estructura irregular, caótica, muchas veces repetitiva nos sumerge en la sensación de que debemos desconfiar de todo, de que las posibilidades del horror se apropian de todos los rincones de la vida inmediata. Este bombardeo de imágenes nos lleva a sentimientos distintos, despierta emociones adversas en nosotros, como si muchas personas nos hablaran, una tras otra, sin orden, por fragmentos, contándonos episodios de sus vidas que muchas veces son inconclusos, de los que no se quedaron a presenciar el final, de los que sólo escucharon hablar. Cuentan que si vas de noche por el pabellón de maternidad del hospital entonces. Mi amigo estaba estrenando su cámara fotográfica y yo me asomé por la ventana para tomar algo y. Dicen que en la carretera de noche hay. Estaba por dormirme cuando escuché un ruido como.

Sin ser un cambio dramático, el estilo de la ilustración se ajusta al tono de las historias, manteniéndose sobre una línea entre la sobriedad y la inquietante fantasía. Desde anécdotas que dejarán una sensación de comedia o cotidianidad, ciertas imágenes oscuras que resultaran sutilmente inquietantes, hasta algunos momentos que sin duda conseguirán imprimirse con fuerza en la memoria. Gran parte del mérito de «Seeds of Anxiety» es hablarnos directamente, dar por sentado que hay siempre un interlocutor detrás de estas historias al aire, que del mismo modo en que Nakayama las escuchó y las vivió antes de imprimirlas, el relato continua y la historia sigue viviendo, en pedazos, en imágenes aisladas, mientras haya alguien más que la esté escuchando, leyéndola, volviendo a vivirla.

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Su lectura es bastante ágil y ligera, por su breve extensión y la poca complicación de su estructura. Es un deleite para los amantes del terror aunque no resulte tan arriesgado o efectivo como muchas producciones del género que se plantean más su capacidad deviolentar a su público. La serie original constaba de tres volúmenes con un total de 16 capítulos, a la que luego se sumó una continuación, «Fuan no Tane Plus», de cuatro volúmenes, que sigue exactamente la misma línea.

Es cierto que se requiere una cierta voluntad de espíritu para sumergirse en la atmósfera de terror, para la que no todos tienen predisposición, pero creo que sin duda esta clase de proyectos no sólo contribuyen desde su perspectiva a la construcción de una narrativa de horror, sino que perpetúan ese universo vivo en que Japón es capaz de conjugar la más radical modernidad al tiempo que un estadio mágico y primitivo. ¿En qué otro lugar del mundo los niños dejarían de ir a la escuela por el temor real de que un monstruo habite en ella, un grupo de chicas acusarían legalmente a una compañera de atacarlas con sus poderes mentales, o una agrupación criminal llamada El Monstruo con 21 Caras provocaría uno de los casos más bizarramente inexplicables de la actualidad?

Pista: Ninguno.

seedsofanxiety9Japon, mon amour