Se suele repetir mucho aquello de que, a diferencia de lo que sucede con el cómic occidental, los mangas suelen abarcar un número enorme de posibilidades y temáticas, pero en muchas ocasiones aunque lo sepamos puede que lo asociemos todavía con una presentación algo convencional. Algo así como historias usuales pero leídas por madres jóvenes, o por ancianos, que no suelen ser exactamente los individuos que nos imaginamos leyendo cómics.

doingtime2Obvio esto es lo que nos imaginamos.

«En la prisión» es uno de esos mangas que, de manera muy sencilla, nos abre una ventana a las posibilidades de este medio. Es una obra autobiográfica, que tampoco es que eso sea particularmente extraño, que narra la experiencia del mangaka Kazuichi Hanawa durante los años que pasó en prisión por posesión de armas de fuego (que, quizás sabrán, están bastante reguladas en Japón). Uno podría saber que Hanawa es un mangaka especializado en historias de terror, perversión y violencia y comenzar a imaginar sobre el posible retrato de su experiencia carcelaria.

doingtime3¡Seguro así son las cárceles en Japooooón!

Nada más alejado de la realidad. «En la prisión» poco nos  habla del actual ‘crimen’ de Hanawa o de la profundidad de su personalidad. El manga, de hecho, se asemeja más a una guía puntual sobre la vida en las prisiones japonesas, casi a modo de manual.

doingtime4Ya saben, por si alguno planea ser arrestado en Japón.

A lo largo de las 200 y tantas páginas de la historia, la pluma del autor nos va guiando por sus vívidos recuerdos (no comenzó el manga hasta haber salido de prisión) de los espacios, rituales, tiempos y situaciones propias de ese universo íntimo que tiene lugar tras las rejas. Uno que, por si la situación no fuera ya en sí misma atípica, demuestra una vez más el abismo que existe entre Japón y casi cualquier otro país.

doingtime5Uno tiende a pensar en historias carcelarias de otras partes del mundo y necesariamente piensa en lo que implica tener un solo sitio poblado por criminales, los usuales descuidos del gobierno y de los sistemas de justicia, los casos dramáticos, los abusos y la pena. El imaginario carcelario está usualmente poblado por personajes cuasi-fantásticos, y es cuando empezamos a notar que, fuera de las emulaciones serie B de mujeres golpeándose en la cárcel (eso no puede faltar en ninguna cultura), en la gran mayoría del cine japonés la cárcel es una elipsis bastante amable. El yakuza que pasa unos años adentro en favor de alguno de sus jefes y que a la salida es recompensado o traicionado, invariablemente.

En este retrato la cárcel nos parece un espacio blanco, de orden y tiempos, donde los presos se ven obligados a cumplir con rituales muy específicos con el mayor orden posible, regresándolos al cauce de esa homogeneidad que tanto busca la sociedad japonesa: todos iguales, todos al mismo tiempo, todos en orden y en silencio. Lo cual también se ve recompensado por favores que uno no suele esperar, como salsa de soya al por mayor para todas las celdas o un cineclub habitual (les ponen películas de Takeshi Kitano y toda la cosa).

En ese subgénero manga al que llaman ‘slice of life’, «En la prisión» sigue siendo un ejemplo que destaca por su propuesta diferente y por la más que cuidadosa observación de su protagonista y autor que realmente cumple con retratar con toda su dimensión un pedazo de su vida. El manga se completa además con una plática entre el autor, el crítico de cómics Yukihiro Abe y Kyoko Abe, en la cual se ahonda en las circunstancias que llevaron a su arresto y condena.

Aunque el estilo visual y narrativo de Hanawa es bastante efectivo para transmitirnos los detalles y las sensaciones de su experiencia carcelaria, lo cierto es que es también uno de esos casos en que la historia gana bastante con la adaptación cinematográfica. En el 2002 el director Yôichi Sai llevó la historia a la pantalla sin perder la estructura episódica con énfasis en los detalles con la que se construye el manga.

doingtime6Si el manga ya había cumplido con antojarme toda la comida japonesa, luego vendría esto.

El único cambio importante es la adaptación es el cambio de edad de su protagonista, ya que mientras el Hanawa del manga (y de la vida real) es todavía un joven cuando sucede todo esto, en la película es interpretado por Tsutomu Yamazaki (a quien quizás recordarán como el jefe de la funeraria de «Violines en el cielo»), un actor veterano que le imprime un carácter más entrañable al personaje y dota su visión de ese mundo con ciertos rasgos casi fantásticos.

De esos pequeños mangas alternativos que son en verdad una experiencia diferente y bastante disfrutable.

doingtime7