Les pregunté por Twitter de qué nacionalidad querían que fuera la próxima reseña de no-cartelera y el país ganador resultó ser Perú (recordándoles a los finalistas que, por suerte, ya contamos con reseñas de Francia e India – y seguro no serán las últimas). Aunque Filmaffinity me indica que he visto tres películas peruanas (debatiblemente 4, si consideramos co-producciones), siempre que pienso en este país sudamericano lo primero que me viene a la mente es Claudia Llosa, una directora y guionista a la que descubrí poco después del 2006, guiada en gran medida por el morbo, a través de su película «Madeinusa». Y hablando de morbo, es claramente parte de la estrategia en una cinta con un título tan particular como «La teta asustada», con la que fue nominada al Óscar Extranjero en el 2010.

tetaasustada2Pero, oh, ¿quién diría que el morbo podría resultar engañoso?

Muchas de las descripciones suelen hacer énfasis en los aspectos más escandalosos de la película, en lo que también influye el hecho de que en el poster la protagonista aparezca rodeada de papas (y quizás no vuelvan a ver a los tubérculos del mismo modo). Pero la historia empieza realmente a partir de la enfermedad del miedo. Fausta, ya una mujer, nació con la enfermedad del miedo, transmitida a través de la leche materna en aquellos casos en que las mujeres fueron violadas durante el embarazo (o que éste resultó de la violación) en la época del terror en Perú. Perdió a su padre y su alma se escondió bajo la tierra, Fausta ha crecido aprisionada por un miedo primigenio, profundo, que la hace recelar de todos y que convierte cualquier noción de la sexualidad en terror.

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Toda su familia (extensiva) conoce su condición y les parece normal (si bien lamentable) que haya crecido pegada a la madre, oculta y protegida en gran medida del resto de la sociedad detrás de esta gran matriarca, la más cercana familia y persona. Y es por eso que «La teta asustada» inicia justamente con su muerte. Fausta canta y amortaja a una madre  a la que no puede enterrar. Se ha quedado a solas con su miedo y tantos años después, de pronto se ve en la necesidad de enfrentarse al mundo. De conocerlo y formar parte de él. De salir afuera con el miedo a cuestas. Y así llega a la casa de Aída, una pianista que está buscando a alguien que limpie y se haga cargo de su casa.

tetaasustada4Aunque varios detalles de la película se detienen de manera particular en el miedo a la violencia sexual, la historia es una especie de canto al temor a la vida y a la libertad (aunque sea forzada). El desarrollo de la acción, movida en gran medida por el deseo de Fausta de enterrar a su madre, no se dará de manera lineal ni se guiará por una sola intención. Veremos la dinámica familiar, los contrastes sociales, la vida dentro de esa también aislada (aunque por otro motivos) gran casa, la relación que Fausta irá desarrollando no muy convencida con el jardinero. Una mujer que no buscaba liberarse de sus miedos es arrojada a la vida y no siempre sabrá qué hacer con ella. Cómo vivir con ella, sobre todo llevando consigo siempre su propia prisión.

Uno de los detalles más importantes (y más bellos) de la cinta es la trascendencia del canto quechua como parte de la trama. Magaly Solier, la protagonista, es de origen indígena y debutó con la directora en su anterior película («Madeinusa»). Ella nació en la provincia de Huanta, región que sufrió la violencia sistemática del terrorismo durante los 80. Es también la compositora de las canciones que interpreta durante la trama y cuyas temáticas se van tejiendo libremente con los sucesos. Ya que Fausta, una mujer a la que miedo le ha apagado la voz, muchas veces sólo puede expresarse cantando. Y a veces pareciera que es el único modo en el que verdaderamente podemos acceder a ella.

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«La teta asustada» utiliza muchos de los elementos que solemos asociar de manera tópica con el cine Latinoamericano y con ellos consigue recrear un mundo tan social como fantástico. La violencia y la historia reciente enmarcan una trama que se entreteje entre fiestas de pueblo y conciertos de piano, en la idea de un terror prenatal y obstétrico, sin sacrificar la belleza de la fotografía y un guión bien construido (desconozco si el mito de mamar el miedo en la leche materna es real, pero es increíble).

Si Claudia Llosa ya había llamado la atención con su anterior película (y opera prima), «La teta asustada» cosechó unos quince premios por todo el mundo, entre los que claramente destaca el Oso de Oro del Festival de Berlín a Mejor Película. En cuanto a los Óscares, es hasta el momento la única película peruana que ha llegado a las nominadas finales a Mejor Película Extranjera, aunque le tocó en un año difícil al competir con la enorme «El secreto de sus ojos» y «La cinta blanca» (de Haneke).

Y bueno, hablando de que sólo he visto tres-quizás-cuatro películas peruanas. ¿Recomendaciones?

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«La teta asustada» (en inglés la tradujeron, bastante poéticamente, como «The milk of sorrow») es una co-producción del 2009 entre Perú y España. Dirigida por Claudia Llosa («Madeinusa», «No llores, vuela») y protagonizada por Magaly Solier («Madeinusa», «Blackthorn», «Altiplano»), Susi Sánchez («La piel que habito», «No tengo miedo», «Juana la Loca»), Efraín Solís y Bárbara Lazón. Tiene 6.7 estrellitas en imdb, 5.9 en filmaffinity y 81% en el tomatometro. Y un poco más de estrellitas en mi corazón.