Durante más de 30 años hemos podido disfrutar (por decirlo de alguna manera) de las 10 películas hasta el momento de la saga de «Hellraiser», aunque probablemente la mayoría sólo identifiquen la primera (tal vez con cierta suerte) que además tiene el mérito de haber sido adaptada y dirigida por el autor de la novela original (y de mis autores favoritos de terror), Clive Barker.

A diferencia de otras sagas infinitas de terror que uno se pregunta qué más pueden hacer alrededor de ellas, «Hellraiser» tiene la suerte de fundamentarse más en un concepto que una historia o personaje específico (aunque Pinhead sea imprescindible en las cintas, en gran medida por su muy identificable estética, lo cierto es que bien podría ser reemplazado por otro cenobita). Este concepto se representa con la configuración de los lamentos (un increíble nombre para una caja dorada) y, por extensión, en el nivel cuasi metafísico de existencia de los cenobitas. Como muchas de las historias de Barker, el horror se entremezcla con el placer y con las nociones más complejas de ‘la carne’.

En la primera película, nos encontramos con Larry y Julia, un matrimonio que se muda junto con la hija de él, Kirsty, a la casa que perteneció a su madre. Por accidente algo de la sangre de Larry cae en el piso del ático, lo que lleva a que el espíritu de su hermano, Frank, a quien creía muerto, pero realmente se encontraba en la dimensión alterna de los cenobitas, resucite. Julia en realidad está enamorada de Frank, aunque esté semi-vivo y descarnado y necesitado de más sangre humana (porque así es el amor, obvio) y se presta a conseguírsela. La construcción de ese mundo ajeno es paulatina, al tiempo que Frank va recuperando su forma humana y que Kirsty descubre la extraña caja-rompecabezas que lo llevó hasta su inestable condición actual.

La premisa es relativamente sencilla, no es del todo usual para las películas de terror de la época, y sirve perfectamente para introducir los elementos más importantes de la saga de una manera creíble: por una parte la configuración de los lamentos, que será clave en prácticamente todas las demás películas, y la dimensión paralela de los cenobitas. A diferencia de casi todas las cintas de terror, donde los seres sobrenaturales se presentan de manera disruptiva y no deseada para todos los involucrados, lo más interesante de «Hellraiser» es que los cenobitas son activamente buscados por alguno de los personajes. Lo que prometen no es el horror que uno puede inferir por su aspecto, sino lo que pueda resultar placentero de este horror. El mundo de «Hellraiser» (al menos en su sentido original) es una mezcla maravillosa (aunque no fácil de lograr) entre el deseo y el dolor.

Esta noción nos habla tanto de la propia obra de Baker como del sentimiento de muchos amantes del género. Como espectadores, queremos más terror, más sangre, más oscuridad, y eso es justo lo que promete la configuración de los lamentos pero ¿a precio de qué? (si vemos a Frank descarnado al inicio, podemos hacer ciertas suposiciones). Es esto también lo que diferencia o debería diferenciar a «Hellraiser» de casi todas las demás sagas de terror. Pero, con 10 películas, 7 directores y casi 30 años de diferencia entre la primera y la última, ya nos podemos imaginar que eso no siempre sucede.

Con todo, me parece que la saga en general no es tan mala como muchas otras de terror que prácticamente se hunden después de la primera o segunda película. Después de su primera producción, Barker todavía participó como co-guionista en la segunda, en que la protagonista es Kirsty y tiene el maravilloso plus de estar ambientada en un psiquiátrico. Luego, inevitablemente, «Hell on Earth» (III) y «Bloodline» (IV) son un paso atrás terrible (sobre todo porque son mayormente aburridas) y la V («Inferno») recupera un poco del entretenimiento, y seguro en parte porque me gustan las películas de detectives (como dato curioso, fue dirigida por Scott Derrickson, también director de «Doctor Strange»); pero, por el otro lado, parece que le redujeron el presupuesto dramáticamente y el resultado muchas veces es visualmente doloroso.

Sin embargo luego viene Rick Bota, sorprendentemente dándole nuevos bríos a la saga a partir de su sexta película (y durante dos más). Aunque probablemente no podamos considerar a «Hellseeker» (VI) y «Deader» (VII) como joyas en sí mismas, sin duda son dignas representantes de una saga que parecía ir directo al olvido. Tenemos un hombre que, tras sobrevivir a un accidente automovilístico en el que aparentemente muere su esposa, es perseguido por la policía por considerarlo culpable, al tiempo que empieza a experimentar extrañas alucionaciones. Una reportera que viaja a Rumania para seguir la historia de un video casero snuff que parece representar un asesinato ritual -y la posterior resurrección de la víctima. Como tampoco podíamos esperar maravillas para una octava cinta, en «Hellworld» nos vamos un poco, literalmente al diablo, con una reunión de jugadores online de un videojuego de PC sobre Hellraiser. Todavía más sorprendente, tal vez, es que en la cinta aparezcan Lance Henriksen y Henry Cavill.

«Hellworld» es también la última cinta en la que Doug Bradley encarna a Pinhead, el más reconocido cenobita, y después las cosas sólo pueden empeorar. Dejando pasar bastante tiempo antes de querer volverse a arriesgar con la historia, el principal problema de «Revelations» (IX) y «Judgment» (X) (y eso que no tienen pocos problemas) es que parecen olvidar por completo qué era lo que caracterizaba a la saga y a sus personajes. La peor sin duda es la IX, donde un par de adolescentes pendejos escapan a México (yepa yepa) para embrigarse, matar prostitutas y comprar configuraciones de los lamentos. «Judgment» todavía tiene una premisa más o menos interesante, en cuanto a una pareja de detectives investiga sobre un asesino serial de tipo religioso, pero se va alejando inexorablemente de cualquier cosa que pudiera parecer la razón esencial del mundo de los cenobitas.

«¡Esto no es lo que parece!»

Y eso es triste porque uno pensaría que los efectos actuales tendría mucho que ofrecerle a una historia como la de «Hellraiser». Y si otras sagas, como «Halloween», han tenido un revival con tanta parafernalia, no veo por qué no un buen director de terror se querría aventar la reinvención de ese universo que no es tan ochentero como algunas cintas nos quieren hacer creer (sobre todo cuando a huevos lo quieren poner en versión en línea).

El interneeeeeeeeeeet

Con todo, creo que es un maratón que disfruté mucho más de lo que hubiera pensado. Ahora me falta leer la novela, claro está. Mientras, ¿qué otro maratón de terror recomiendan que empiece?