«Jojo Rabbit» se estrena hasta este fin de semana, pero Eze y yo nos ganamos unos boletos para ver la premier que proyectó el Festival Internacional de Cine Judío de México (¡gracias FICJM!) y pudimos disfrutarla desde la semana pasada.

Asumo que todos esperábamos ansiosamente la película porque amamos a Taika Waititi y porque sabemos que sea tal vez de los pocos cineastas actuales que pueden hacer películas de niños cuasi pubertos sin que sean insoportables (ok, tal vez eso sólo sea importante para mí). Y ahora también porque la están nominando para todo y no es posible que no la hayamos visto.

Como ya saben, la premisa se describe rápidamente como que Jojo es un niño que forma parte de las Juventudes Nazis durante la Segunda Guerra Mundial y que tiene como amigo imaginario a una versión kiwi de Hitler. Si seguimos un poco más adelante en el trailer, también nos damos cuenta que por razones misteriosas (o no demasiado, realmente), hay una niña judía que se esconde en su casa.

La premisa parece lo suficientemente simple y extravagante como para garantizar una comedia entretenida, pero por otro lado sabemos que tampoco se puede contar una comedia de la Segunda Guerra Mundial impunemente, así que lo menos que podemos es preguntarnos cómo se consiguió equilibrar todos estos elementos de una manera oportuna y coherente. Hitler Waititi incluido. Y ahí es donde realmente empieza la fuerza de la película.

El mundo de Jojo es un poco más complejo de la simple amistad imaginaria con Hitler. Su madre, Rosie (aka Scarlett Johansson), es una mujer que intuimos mucho más fuerte de lo que su simple (y no muy clara) posición puede revelar; su mejor amigo, Yorki, es un marginado como él, aunque parece llevarlo bastante mejor; el Capitán Klenzendorf (un espléndido Sam Rockwell) y su asistente Finkel aparecen por primera vez en el campamento de las Juventudes Nazis pero sus destinos quedarán extrañamente sellados al del pequeño protagonista; y está, por supuesto, Elsa, encarnación a su vez de todos los judíos imaginarios y de la resiliencia que puede demostrar una joven en sus circunstancias. Ese pequeño universo, entendido y reinterpretado con un tono infantil porque finalmente pasa por los ojos de Jojo, nos habla de cómo un momento histórico y una ideología que ahora nos parece tan drástica como el nazismo, llegó a distintos públicos y sembró sus raíces independiente de las condiciones de los tantos mundos individuales que lo vivieron. Creo que ese es el primer punto que la producción trata de dejar claro (y asumo debe ser algo similar en la novela original): no es que se haga (o se puede hacer) una comedia fácilmente de la guerra (de ninguna, y de ésta en particular), sino que muestra que incluso los momentos más atroces pueden haber sido vistos desde otra perspectiva cuando se estaba inmerso en ellos. Y uno de los puntos de Jojo (como película y como personaje) es de qué manera se abre los ojos.

El humor de Taika Waititi, quien es responsable de la adaptación de la novela de Christine Leunens, garantiza un entretenimiento seguro, aunque no dudo que sobretodo al inicio nos deje la duda sobre si es correcto reírse de lo que estamos viendo en pantalla (con todo y que la poca violencia de la cinta es manejada de manera bastante oportuna, y se centra en hasta qué punto podía un niño estar protegido de su propio entorno) o si eso puede caer en la trivialidad. Considerando que hacer películas sobre la Segunda Guerra Mundial es difícilmente algo innovador, me parece que justo la intención del director es centrarse en pequeños detalles de la vida diaria que podrían pasarse por alto en otro tipo de producciones bélicas o concienzudamente históricas: la relación intrafamiliar, las perspectivas del adoctrinamiento ante las masas y en lo privado, la posición de la resistencia interna, el margen de militares que no necesariamente estaban encantados con su papel. De modo que no sólo seguimos a un niño poco popular, cegado por la ideología del momento, deseoso de encajar, descubriendo apenas cómo manejar las relaciones interpersonales y que, ah, por cierto, también tiene a Hitler como amigo imaginario; seguimos un pedazo de vida de todos los demás personajes y en ocasiones tenemos que llenar los espacios vacíos para imaginarnos qué otras historias no estamos viendo por completo.

Personalmente me parece que entre los protagónicos, el personaje y la actuación más lograda es la de Thomasin McKenzie como Elsa. McKenzie es una excelente actriz que en «Leave no trace» ya había demostrado que no necesita siquiera tener muchos diálogos para lograr una fuerte presencia en pantalla, y aquí logra equilibrar de manera bastante convincente los dos puntos extremos de su situación: por una parte es casi una adolescente (sobre todo en contraposición con Jojo) que no piensa dejar que otros pasen por encima de ella, pero por otra parte es una chica escondida detrás de la pared a sabiendas que el mundo sólo espera el momento de asesinarla. Y acabo de descubrir que es neozelandesa, así que supongo eso tendrá algo que ver con su elección. Como posible dato curioso, si es que no lo saben ya, comentar que por más maori que se vea Waititi, es también judío.

Por otro lado, la mejor historia no enteramente contada para mí fue sin duda la de Klenzendorf y Finkel, quienes aparecen originalmente como militares sin mayor atractivo y que luego van reapareciendo de manera espontánea cada ciertas escenas para darnos una pequeña mirada a otras vidas que no sospechamos del todo. Si a eso le sumamos que Rockwell no necesita convencer a nadie de que es un actor titánico y que Alfie Allen (quien interpreta a Finkel) se acopla perfectamente a él, sólo pueden sumar tanto a los momentos de comedia como al elemento humano. Me parece una excelente muestra de que no necesitas mucho contexto ni mucho tiempo en pantalla cuando tienes un guión bien escrito y eres un buen actor (casi nada).

Sin tratar de hacer una historia innecesariamente complicada o con un mensaje escondido entre capas, «Jojo Rabbit» es una historia entretenida que al mismo tiempo nos recuerda, sobre todo en estos momentos de posiciones extremas, que no importa que tanto hayas crecido ahogado en un mensaje de odio, siempre puedes darte cuenta de que el mundo es otro.

Y si ya están en éstas, pues recordarles que les recomiendo todavía mucho más «Hunt for the wilder people» que es so far mi película favorita de Waititi porque qué maravilla.

Por cierto, ¿soy yo o tal vez eligieron a Roman Griffin Davis como Jojo por su parecido físico con David Bennent de «El tambor de hojalata»?

«Jojo Rabbit» es una coproducción de 2019 entre Estados Unidos, Nueva Zelanda y República Checa (donde se filmó). Está dirigida por Taika Waititi («Thor: Ragnarok», «What we do in the shadows», «Hunt for the wilder people») y protagonizada por Roman Griffin Davis (en su primer papel), Thomasin McKenzie («Leave no trace», «The king», «El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos»), Scarlett Johansson («Avengers», «Her», «Lost in translation»), Taika Waititi (aka Hitler), Sam Rockwell («Three billboards outside Ebbing, Missouri», «Moon», «Siete psicópatas»), Rebel Wilson («Bridesmaids», «Pitch perfect», «Isn’t it romantic»), Alfie Allen («John Wick», «Game of Thrones», «Predator»), Archie Yates (también en su primera película) y Stephen Merchant («Logan», «The office», «Fighting with my family»). Tiene 8.0 estrellitas en IMDB, 7.2 en Filmaffinity y 80% en el Tomatometro. Y sellito de calidad Sam.