Volvemos por un momento a los Óscares, y a las no tan comunes oportunidades de que lleguen a nuestras pantallas películas de nacionalidades tan inusuales como la danesa.

En años recientes las distribuidoras han mostrado un creciente interés por traernos lo antes posible las películas que se encuentran nominadas en los Óscares, y ya no se refleja tan solo en las categorías principales y esencialmente hollywoodenses, sino en otras no tan publicitadas pero no menos importantes como la que es Mejor Película Extranjera. Que además me parece uno de los apartados más interesantes de la entrega, ya que de resto las nominaciones suelen repartirse entre un puñado muy limitado de producciones, dejando la sensación de que sólo hay unas pocas películas que valgan la pena al año. O eso nos quiere hacer creer Hollywood.

Este año parece que llegarán casi todas las películas de dicha categoría a salas nacionales. Se estrenaron ya «Amour», de Haneke, y «No», de Larraín, y pronto nos llegará también «Kon-Tiki» de Rønning & Sandberg. La única que parece no tener todavía ningún plan de estrenarse es «Rebelle», de Nguyen, y es una pena porque este año las nominadas no tuvieron desperdicio. Y desde Dinamarca nos vamos con «La reina infiel», con ese título tan telenovelesco que le pusieron, por si no nos quedaba clarísimo desde un inicio por dónde iba la cosa. Una traducción más fiel es la española, «Un asunto real».

Ahora, para entrar en contexto, ¿saben que Dinamarca es un país cuasi perfecto?

DENMARK MERMAID BIRTHDAY

Para ilustrar mi punto.

Pero eso no siempre fue así, todos tenemos una Edad Media en nuestros pasados. Incluso ya entrado el siglo XVIII.

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En 1767, la princesa inglesa Caroline Mathilde contrajo matrimonio con el rey de Dinamarca, Christian VII, por acuerdos políticos entre ambas cortes. Aunque en general ser prometida en matrimonio por decisiones externas no suena como la más grata de las suertes, en las películas se nos suelen mostrar estas situaciones dotadas de cierto encanto y elegancia, en parte porque los actores están ahí para verse increíblemente atractivos y engañarnos a todos (¿o ustedes creen que Henry VIII realmente se veía como Jonathan Rhys Meyers o Eric Bana?). A veces parece que obvian los casos en que una preciosa mujer es educada para ser tan culta y elegante como era posible en su siglo para luego verse obligada a casarse con un completo imbécil.

Y por si ser un imbécil no era suficiente, Christian VII estaba también mentalmente desequilibrado. Clínicamente desequilibrado.

Caroline, por supuesto, no tiene mucha más opción, tiene que quedarse en una corte del otro lado de Europa soportando los deberes de reina con toda la dignidad posible. Y justo cuando parecía que su vida no podía ser más miserable, un nuevo médico llega a la corte impresionando inesperadamente a Christian. Y, sí, también a la reina.

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(Y a mí)

La estrategia narrativa parte de las cartas escritas por la reina a sus hijos, muchos años después de que hubieran sucedido y concluido los hechos, centrándolos en la figura femenina de Caroline y dejando que sea ella quien defina el rumbo y el tono de la narración.

royalaffair5Desde un primer momento esto significa la conformación de un personaje femenino interesante pero sobre todo fuerte. Que puede sonar como cosa fácil pero lo cierto es que la inteligencia y capacidad de los personajes femeninos en un altísimo número de producciones cinematográficas suele ser una verdad bastante superficial. Sin esconder que, finalmente, es una mujer que ha sido educada como esposa y soberana, y siendo que su historia se centra de manera importante en el triángulo amoroso en que participa, Caroline es un personaje con una dimensión real, un encanto propio y con la capacidad de dirigir su propia historia aun dentro de los límites propios de su época. Una época donde se esperaba que una se viera bonita, usara enormes vestidos y tuviera hijos.

La película tiene dos intereses narrativos. Por una parte el más evidente y telenovelesco que es la relación que se va estableciendo entre el trío protagonista: rey loco, reina culta y frustrada, médico trasgresor. Johann Friedrich Struensee llega a la corte como parte de una pequeña conspiración política por parte de unos nobles que quieren retomar su poder y necesitan posicionar a alguien dentro de ella. Struensee es ideal porque además de ser un buen médico es el único que sabe lidiar con la pasión de Christian por el teatro y las putas. Es un win-win. Pero Struensee también es un hombre culto que no pasa por alto la situación de la reina. Y no es de palo, vaya.

En un segundo nivel, que es precisamente el que hace que la película vaya más allá de líos de falda en la corte, trata la influencia que tuvieron estos tres personajes en el momento histórico del país. Porque se trata de una historia real, y probablemente no tendríamos jóvenes danesas en bikini siendo felices en su primer mundo si Struensee no hubiese llegado a la corte a enamorarse irremediablemente de la reina.

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Ninguno de los cuales, por cierto, era precisamente muy atractivo. Pero obvio no queremos ver eso en pantalla.

En un momento en que en Francia afloraban los ideales de la Ilustración, otros países pasaban todavía por épocas bastante oscuras, sobre todo porque dichos ideales no eran bien vistos e incluso perseguidos en otras partes de Europa. Struensee era un ilustrado, situación que mantenía en secreto pero que no tardó demasiado en compartir con Caroline, cuya educación había sido mucho más rica y creía que era posible transformar el país en que ahora vivía a través de dichas propuestas. Ambos aprovecharon la influencia que tenían sobre el rey, cuya locura lo hacía una marioneta bastante ideal, para implementar una serie de cambios que fueran transformando el país. Es claro que cosas así no suceden de la noche a la mañana pero no deja de resultar sorprendente el ver cómo algunos conceptos modernos (como *derechos humanos* y esas cosas) se iban implementando de manera casi trasgresora en un país que era de lo más conservador.

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Y todo sin olvidarnos de la tensión erótica. Win-win.

Es este interés histórico y social el que hace que ‘otra loca película romántica de época’ transcienda en un drama político y pasional excelentemente retratado. Con un cuidado que va desde la precisión de los detalles hasta una elaboración del discurso que permite que sin importar el desconocimiento sobre la historia y cultura danesa, uno pueda entender la importancia de los sucesos que van teniendo lugar.

El director y el guionista llevaban trabajando en el proyecto desde finales de las 90, pero tuvieron que atravesar por un problema de derechos de autor porque originalmente querían trabajar con una novela histórica que se centraba en la figura del médico, pero cuyos derechos ya poseía otra compañía que esperaba hacer una adaptación de este triángulo amoroso en una producción anglosajona (pueden imaginar a qué actores habrían escogido) (seguro a Keira Knightley, que parece ser la única actriz de películas de época).

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La única.

Tras unos años de tratar de conseguir los derechos inútilmente se enfocaron en otra novela sobre la misma época, contada ahora desde la perspectiva de Caroline, que fue con la que siguieron hasta el final. Es posible que en un primer momento se haya evitado esta versión por no querer parecer otra de tantas películas de época hiper enfocadas en mujeres, y aunque a mí no me hubiera molestado ponerme de lado de Struensee un poco más, creo que el resultado final fue más que apropiado. Yo no soy mucho de películas de época ni dramas amorosos, pero lo mismo permitió aflorar mi curiosidad histórica como al fan de telenovela que aparentemente llevo dentro.

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¡Quédate con el médico, Carolinaaa!

Sin duda la parte más sólida de la película y la que garantiza en gran medida el resultado final son las excelentes actuaciones. Alicia Vikander es fantástica como Caroline y sin ser una belleza despampanante, convence como una mujer tan bella como inteligente. Mikkel Boe Følsgaard es increíblemente convincente como el inestable rey Christian, y aunque no es un personaje nada carismático su fantástica actuación le valió el premio a mejor actor en el Festival de Berlín. Aunque para mí la revelación mayor fue Mads Mikkelsen, el médico, de quien ya había leído buenas reseñas en otras de sus películas (hace poco estuvo «La caza» en algunos cines y yo tontamente la dejé pasar) y que sin duda me enamoró, me cautivó y convenció de todo. De todo. Al parecer pronto va a estrenar serie de televisión estadounidense y retratando a un personaje ya clásico, el Dr. Hannibal Lecter (en AXN). No tengo que decirles quién va a estar pegada a la pantalla del televisor. 

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(Pista: Yo)

«En kongelig affære» o «La reina infiel» o «Un asunto real» es una co-producción entre Dinamarca, Suecia y República Checa del 2012. Dirigida por Nikolaj Arcel (guionista de la versión sueca de «La chica del dragón tatuado») y protagonizada por Alicia Vikander (al parecer aprovechará los vestidos enormes y saldrá también en «Anna Karenina»), Mikkel Boe Følsgaard (en su primer largometraje) y Mads Mikkelsen («El rey Arturo», «Casino Royale», «Clash of the titans»). Tiene un 7.5 en imdb más que bien merecido, de hecho si no fuera porque casi todas las nominadas a película extranjera este año eran demasiado buenas, hubiera sido de mis favoritas (pero la tenía imposible contra «Amour»). Está en cartelera y seguirá ahí por lo menos una semana más.